Punto de Fisión

Tenis femenino en La Meca

Rafa Nadal en el programa El Objetivo de La Sexta.
Rafa Nadal en el programa El Objetivo de La Sexta.

"Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios". La frase de Alexander Pope, un poeta inglés del XVIII, hizo fortuna sobre todo en su último tercio, disculpando los bandazos y veleidades de esa gente que cambia de opinión cada dos por tres, incapaz de apechugar con sus errores y llevarlos a cuestas hasta donde haga falta. Nietzsche, en cambio, escribió que cuando nos arrepentimos de algo, abandonamos un pedazo de nosotros mismos en la estacada, una manera muy elegante y muy germánica de enmendarle la plana a Pope. Dicen que hace falta mucho coraje para rectificar, pero yo creo que hace falta mucho más para continuar contra viento y marea, "sostenella y no enmendalla", al estilo de los viejos hidalgos castellanos. He leído que Pope no llegaba al metro y medio de altura, y que estuvo enfermo casi toda su vida; o sea, que no tenía ni media hostia.

Por ejemplo, la misma mañana que se anunciaba su fichaje para la consultora Acento, Alberto Garzón recibió tal chaparrón de críticas e insultos que decidió ponerse a cubierto y renunciar al cargo. Fue un movimiento contradictorio y casi instantáneo, lo que podría llamarse "recular hacia delante". Garzón no habría tenido el menor problema si hubiese sido de derechas -un político de derechas come de todo: puertas giratorias, sillones en grandes empresas, asesorías en bancos e hidroeléctricas-, pero la izquierda española exige a sus representantes una honestidad y una coherencia intachables, olvidando que Marx pudo escribir El capital gracias a una subvención vitalicia de Engels, un tipo que compaginaba la conciencia social junto al champán, las fiestas de alto copete y la caza del zorro.

Más reflexivo o dotado de menos reflejos, Borrell ha tardado un poco más que Garzón -unos tres o cuatro meses- en darse cuenta del genocidio que está perpetrando el ejército hebreo en Gaza y ha planteado un embargo de armas contra Israel. Lo ha planteado en estos términos: "Si crees que matan a demasiadas personas, tal vez deberías proporcionar menos armas". Y no se ha reído ni nada. Con cerca de treinta mil víctimas civiles, entre el bombardeo de hospitales, las masacres de niños y el ametrallamiento de multitudes indefensas, esta frase de mierda a lo mejor suena un poco tibia, pero hay que tener en cuenta que hasta hace nada Borrell parecía el agente artístico de Rambo y que cuando se refirió al exterminio de varios millones de aborígenes en Estados Unidos, explicó que total, allí sólo habían matado a cuatro indios. Y eso que a John Wayne no podía venderle un tanque.

En fin, que la gente es incapaz de resistir a pie firme y apencar con sus decisiones. Incluso Feijóo ha tenido que echarse para atrás después de tirar para delante, al saberse que en otoño, cuando todavía quería ser presidente, había buscado contactos con Puigdemont, con Willy Toledo, con Manolo el del Bombo y hasta con el espíritu de Sabino Arana. Después dejó de querer ser presidente y envío a sus votantes a que hicieran acampadas en Ferraz y senderismo urbano, deportes que tonifican las piernas, el corazón y la laringe. Es muy difícil ver si Feijóo está subiendo o bajando, perseverando o retractándose, porque ni dice lo que sabe ni sabe lo que dice.

Frente a todos estos pusilánimes que un día dicen una cosa y al siguiente la contraria, ahí está Rafa Nadal, plantado al fondo de la pista, y devolviendo todos los pelotazos que día a día le lanza la realidad. En la entrevista con Ana Pastor, entre otras muchas cosas, habló sobre feminismo y sobre Arabia Saudí, dos superficies que no se le dan tan bien como la tierra batida o la hierba. Del feminismo dijo que se considera feminista porque tiene madre, pero que una mujer deportista no debe ganar igual que un hombre, y de Arabia Saudí dijo que el país ha progresado mucho últimamente y que él creía que la educación y el deporte tienen el poder de cambiar vidas. Es difícil predecir cómo ocurrirá ese avance cuando los deportes nacionales en Arabia Saudí son cortar cabezas y apalear mujeres, pero seguro que Rafa ya habrá pensado algo. No va a confesar que la ha cagado: mejor inaugurar una escuela de tenis femenino en La Meca.

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