De lunes

Bronca a la Reina

Fue el día de la huelga total del Metro de Madrid. Cuando la capital se convirtió en una ratonera. La Reina llegó veinte minutos tarde al concierto que en el Auditorio daba su amigo, el director indio Zubin Mehta.

Al principio, la gente, clase media alta o muy alta, bien vestidos ellos y más que trajeadas ellas, concedieron los cinco minutos de cortesía a Sofía. Algún tipo inquieto, aprovechaba para mirar en el Iphone como iba el España-Portugal.

Para estar allí había que amar mucho la música, a Zubin Mehta, querer brillar en sociedad o negarse a perder el dinero de la entrada. Con el caos de tráfico, por más chófer que tuvieran muchos, más el fútbol, había que tener ganas para salir de casa.

Diez minutos y su S.M.sin aparecer. Subían los murmullos. Si la Reina estaba en un atasco ¿por qué no comenzaba el concierto? Podía tardar incluso una hora con el lío del día. Nada. Ni un síntoma. Más rún run. Alguno en tono elevado, que no se correspondía con el aire de los asistentes.

A los veinte minuto llegó doña Sofía. Y lo nunca oido. Pitidos y algún ¡fuera!¡fuera! Mucho asombro.¡Cuándo el Auditorio, con aquel personal mayoritariamente con complicidad social con la Casa Real, se atrevía a una cosa así? ¡A doña Sofía! Si hubiera sido a doña Leticia, decía alguna en el entreacto.

Mehta, tan buen músico como relaciones públicas, arregló ligeramente el entuerto cuando anunció el gol de España. Entonces, sí se oyeron ¡España, España! No un ¡viva la Reina! de desagravio. ¿Fue un síntoma? ¿El Rey y la Reina dejan de ser intocables entre los suyos? ¿La telebasura y las ridiculizaciones de las caídas de la pareja real, calan en lugares insospechados?

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