Dominio público

La derecha situacionista

Alana S. Portero

Historiadora, escritora y directora de teatro. Autora de 'La mala costumbre'

La derecha situacionista
El líder de VOX, Santiago Abascal, durante una sesión plenaria en la se aprueba el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, a 19 de septiembre de 2023, en Madrid (España). Eduardo Parra / Europa Press

El proceso de infantilización circense en el que la derecha anda metida los últimos años vivió otro espectáculo idiota con esa rebelión de los pinganillos, el enésimo episodio de sobreactuación de la, cada vez más exigua, bancada verde y la, cada vez más confusa, bancada azul, en la que no saben ya a dónde mirar o dónde meterse. Entre los discursos desoxigenados de Feijoo. los happenings fascistones de sus socios y Ayuso declamando filípicas ayudada por un pinganillo -qué ironía- que no parece molestar tanto a su parroquia, el panorama pinta confuso y presumo que vergonzoso en los corazones de unos votantes que se dejaron llevar por estas frivolidades, que no por ridículas dejan de ser pura agresividad, y ahora tienen que comerse con tomate estas maniobras impotentes de quienes ya se estaban repartiendo el país y los pelotazos antes de ir a las urnas.

Esta vez se trataba de protestar contra el uso de las lenguas cooficiales en el parlamento, una cosa que por obvia, resulta extraña que no hubiera sucedido antes, pero que no deja de ser una buenísima noticia. Enriquecer la cámara con más idiomas, más lenguaje, más anchura para quienes están representando a su tierra y así lo hagan mejor, solamente puede verse como un ataque a la nación por quienes identifican esta como una especie de patio de Reading, la prisión en la que encerraron a Oscar Wilde, cuyos presos solamente podían caminar en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de un mástil que marcaba el centro del espacio, como un cardumen de peces agotados, gobernados por la inercia y el silencio.

Entrar a debatir la practicidad de tal inclusión es caer en la trampa constante de la discusión eterna, de la conversación inagotable y de ese malicioso "puede debatirse todo" que tan buenos resultados ha dado a la molicie reaccionaria que crece y crece en el mundo. Que quede claro, quien nunca quiere cerrar debates, quien pregunta y repregunta, quien enfanga el terreno con sofismas destinados a convertirse en propaganda, quien necesita espectadores de esa maniobra, ni está interesado en conversar, ni cederá nunca, aunque los argumentos sean de peso y razonables. La estrategia funciona porque permitimos que funcione, porque existe un miedo histórico en la socialdemocracia a parecer firme y ser tajante. En el parlamento se debe intervenir en las lenguas que se hablan en el estado porque un pueblo también es como habla y hasta ahora, visto desde la óptica contraria, muchos parlamentarios y parlamentarias, han tenido que traducir sus propios discursos sobre la marcha, rebajándolos, haciéndolos quizá imprecisos, faltando -por obligación- al compromiso que adquirieron con sus votantes, el de representarlos con la mayor efectividad posible. Negar ese derecho es negar quiénes somos, es un ejemplo palmario de antiespañolidad.

Por culpa de las tonterías de la derecha esta columna corre peligro de convertirse en un consultorio y yo en la Elena Francis del conservadurismo patrio. Por favor, acaben con esta indignidad de gestos memos, escenas patéticas y discursos grotescos. No ha funcionado. Han perdido en las urnas con tanta algarabía vacua. Ejerzan una oposición responsable los próximos cuatro años, ser conservador no es lo mismo que ser reaccionario, hablarle al pueblo tampoco es lo mismo que ser populista, y desde luego, eso que hacen entrando y saliendo del parlamento y tratando con desdén material técnico que se paga con nuestros impuestos, no es teatro, es circo, y del malo.

Un poco de decoro.

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