Ecologismo de emergencia

Muerte y cadenas para los líderes ambientales en la 'Era COVID-19'

Rosa M. Tristán

Hay lugares donde la Justicia es una quimera. Territorios donde matar sale gratis y el coronavirus es la excusa perfecta para vulnerar derechos humanos el de defenderse de una acusación injusta. En los últimos días son varios los casos relacionados con esta realidad que, como un fino goteo, me llegan y veo que se evaporan antes de llegar a ser visibles. Todos tienen mucho que ver con el medio ambiente, porque están ligados a ese desaforado crecimiento económico de los últimos años que ahora ha colapsado por un coronarivus. A fin de cuentas, se basaba en el consumo más que en el bienestar humano con la fórmula de acaparar recursos naturales y mirar para otro lado que han practicado las grandes empresas, y algunas medianas, en todo el mundo.

El precio: muerte y cadenas para muchos y muchas líderes ambientales. El pasado 29 de julio, la organización Global Witness publicaba que el pasado año han sido asesinados 212 personas por la defensa de nuestra casa Tierra, con países como Colombia, Filipinas y Brasil a la cabeza de los crímenes. En lo que llevamos de 2020 aún no hay datos globales, pero parece que la era Covid-19 está empeorando la situación. Bajo el paraguas de una mayor represión y vigilancia durante el confinamiento, la protección de las y los activistas está siendo aún más crítica para la reconstrucción de un planeta más seguro y más verde.

Sólo en Colombia, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) tiene registrados hasta mediados del pasado mes de Julio un total de 166 líderes asesinados en este país en 152 crímenes. Pueblos indígenas y el campesinado han sido los grupos más golpeados.

Resulta evidente que en juego está el negocio con la tierra, los minerales, la explotación forestal, los ríos Un acaparamiento que el parón económico global no ha frenado en los territorios que proporcionan las materias primas. Allí los proyectos siguen en marcha, sumando muertos y presos entre quienes, además, viven cada día las consecuencias del cambio climático en forma de más sequías, más tormentas tropicales, más plagas..

Entre los procesamientos judiciales que sonrojan, viene a cuento recordar de nuevo el del líder maya qeqchi Bernardo Caal Xol, condenado a siete años y cuatro meses de cárcel por la defensa de los ríos Oxec y Cahabón, en Guatemala. Allí se construyen dos grandes hidroeléctricas, en el Cahabón por la compañía española Cobra (ACS). Dos años lleva esperando Bernardo que el recurso de apelación a este fallo judicial sea considerado. Dos años encerrado en una penitenciaría en Alta Verapaz, en condiciones que podemos imaginar El pasado 28 de julio, de nuevo un magistrado excusó su presencia en una nueva vista de apelación porque había riesgo de contagio de Covid-19 al ser muy mayor. Al condenado si le trasladaron.

Bernardo Caal es el primer preso de conciencia de Guatemala, declarado como tal desde la guerra civil por Amnistía Internacional. Es un triste hito para quien no se ha callado desde la cárcel por la defensa de su territorio y la gente que la habita. Sus cartas manuscritas, los vídeos que logra grabar en cada frustrada salida a los juzgados de Cobán, sus mensajes de ánimo a las comunidades, dan idea de su compromiso con una causa que, pese a las dificultades, sigue viva.

Recordemos que lo único que yo hice fue pedir que se aplicara el Convenio 169 de la OIT en defensa de los pueblos indígenas, decía recientemente en una de esas grabaciones, mostrando las esposas tan altas como mantiene su moral. Eso pedía. Una consulta a los pueblos en el caso de la hidroeléctrica OXEC I y OXEC II y en el caso de Renace, la obra de ACS. Él, maestro de profesión, fue una de las caras más visibles, junto a la de la Ana Rutilia Ical. Miles de qeqchíes son testigos del asesinato de ambos ríos. Sin embargo, aquí han vuelto a cancelar la audiencia en la sala de apelaciones. Esto supone un gasto para mis abogados, para mi familiaForma parte de una estrategia, denunciaba el defensor de los ríos mayas.

Cada vez que leo sobre un líder o una lideresa ambiental perseguido, me viene a la cabeza la imagen de Bernardo Caal colaborando con Alianza por la Solidaridad- ActionAid en la investigación sobre la hidroeléctrica Renace construida por Cobra-ACS. Aquel trabajo dio visibilidad en su día al expolio de uno de los grandes ríos de Guatemala, bajo los auspicios de grandes empresarios y dirigentes políticos. A cambio de una energía que no llega a las comunidades, lo de siempre: migajas para los pobres muy bien vendidas.

Tanto ese acaparamiento de agua como el caso del río Oxec, ambos en el pobre departamento de Alta Verapaz, habían permanecido ocultos al mundo, como tantos otros siguen estándolo en pequeños rincones de un planeta que no da para tanto derroche. La campaña lanzada entonces logró que medios en España y otros a nivel mundial, como la BBC o Al-Jazzira, se hicieran eco del expolio y del acoso a quienes se oponían. Más adelante se han sumado otras organizaciones como Greenpeace o Aministía Internacional, que han dado visibilidad mundial a este caso, frente a la desidia de los medios guatemaltecos y el silencio de su Gobierno, presidido por Alejandro Giammattei. Es un conocido ex asesor empresarial que ha sido declarado hace unas semanas non grato por las autoridades indígenas de todo el país.

Como conté en este mismo blog, recorrí con Bernardo Caal las obras de los ríos que denunció en un viaje con Alianza por la Solidaridad y dos años después estuve en una de las vistas del juicio en su contra. Fue testigo de que las pruebas en las que se basó su sentencia ponen en entredicho esa Justicia. Y por ello Bernardo apeló. Desde entonces, los 69 magistrados guatemaltecos se han excusado de atender su demanda, una estrategia, como señala María Caal, hermana de Bernardo, para ir mermando las fuerzas de la resistencia, para hundir a un líder que no se rinde.

Ahora, en esta era coronavirus , seguimos viendo que cuando un gran negocio está detrás, los culpables saben bien cómo inmunizarse. Usan la misma medicina que quienes mandan matar a los guardianes de la Amazonía que defienden bosques -los últimos dos yanomami asesinados por mineros en medio de la fiebre del oro que sacude el norte de Brasil-, o de quienes en el Cauca colombiano ordenaron acribillar a balazos al campesino José Gustavo Arcila hace unos días.

Como el día 9 de Agosto es el Día Mundial de los Pueblos Indígenas, tengamos presentes sus luchas. Seamos conscientes de que no nos son ajenos porque hace mucho tiempo que ni la UE ni España vivimos de nuestros propios recursos naturales, de que nuestras grandes empresas hacen pingües beneficios en lugares del mundo donde los gobiernos son moneda de cambio: cuánto te pago, cuánto me beneficias; de que comienzan unos años en el que el sálvese quien pueda es un arma que apunta directamente a quienes más arriesgan con las manos vacías.

En un contexto de pandemia global, con un impacto en Latinoamérica que no deja de aumentar, con las ayudas solidarias en declive y gobiernos que se aprovechan para limitar libertades, y por tanto luchas de resistencia, hoy tenemos una emergencia, que es la defensa y apoyo de los Bernardos de este mundo. No habrá reconstrucción global justa y sostenible para todos si sus vidas acaban encadenadas y ocultas en una oscura celda.

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