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Por qué Vox gana votos

Guillem Bou Bauzà
Licenciado en Matemáticas e Informática y Doctor en Ciencias Sociales

La respuesta es muy sencilla: Vox gana votos porque la gente se compra móviles, cuanto más buenos mejor. No estoy bromeando, déjeme explicarle.

En el año 2004 el mercado español sufrió una sacudida: se llamó el hundimiento de las marcas intermedias. Resulta que la aparición de las marcas blancasno causó dicho hundimiento por un motivo sencillo. Es decir, se podría pensar que la gente de clase baja comprase marca blanca y la gente de clase alta comprase marca líder. Pero eso no era lo que estaba pasando. No era ésta la explicación. Precisamente porque la gente con pocos recursos compraba también marca lídere huía de la marca intermedia.

Así las cosas, un investigador francamente mediocre dio con el eureka. Al menos, explicó en parte lo que estaba pasando. De la observación de qué marcas ganaban y qué marcas perdían en cada sector de consumo, llegó a la conclusión que la gente de las clases medias clasificaba los productos en deseadosy necesarios. En los primeros, el consumidor se gastaba todo lo que podía, mientras que en los segundos ahorraba todo lo que podía y más, de manera que una cosa compensara a la otra. Esta configuración no nos lleva a un consumidor regular(es decir, que compra marcas intermedias si sus ingresos son medios). Nos lleva, en cambio, a lo que el investigador llamó un consumidor bipolar(que tiene ingresos medios, pero alterna productos muy caros con productos muy baratos, por tanto no gasta en marcas intermedias).

Para que se haga una idea, un consumidor bipolares usted cuando ahorra en un bote de lentejas pero le compra un buen móvil a sus hijos. O cuando toma un vuelo low costy alquila una habitación barata, precisamente para poder disfrutar a tope de Londres o París. El consumidor bipolar, en definitiva, ahorra y escatima calidad en unas cosas y, por el contrario, derrocha en otras.

La evolución comercial de la política

Cuando en 1975 nos cayó encima la democracia, todo el mundo se puso a discutir "el modelo de sociedad" (ésa era la frase favorita de un tal Manuel Fraga, que curiosamente defendía que el modelo bueno era el que teníamos en la dictadura). Si los jóvenes de ahora vieran los debates de los años setenta y ochenta, no alucinarían porque habrían cambiado de canal mucho antes de poder asombrarse.

Por aquel entonces, la discusión era de fundamentos. Por ejemplo, el divorcio ¿es bueno o malo para que la sociedad funcione? Y pasó lo siguiente: se descubrió que, en fundamentos, la izquierda ganaba de calle a la derecha. Ello causó que el país se inclinase a la izquierda durante catorce años.

Pero la derecha de entonces, a mediados de los noventa, se fue a aprender marketing político a Estados Unidos (según advirtió don Miguel Herrero de Miñón, que era un señor de derechas escandalizado por la nueva derecha). El resultado fue que ya no se discutía de fundamentos, sino que se exhibían actitudes. Y descubrimos que cuando un señor llamado Aznar tenía tics autoritarios (y chulescos) en vez de perder votos los ganaba. ¡Y lo que decía no tenía ningún fundamento! Eso sí que fue modernizar la derecha, al menos en lo táctico. Y nadie en la izquierda acababa de entender que habíamos cambiado de ciclo: habíamos entrado de lleno en la política comercial.

El votante bipolar

Llevamos más de veinte años de política comercial, es decir, de política marketing, o como quieran llamarla. Es de esperar, por tanto, que los fenómenos que se dan en el consumo también se den en la política, ya que nos la comunican y nos la hacen vivir como un artículo de consumo.

En este contexto, el votante bipolar, va a percibir los ítems políticosdel mismo modo que los artículos de consumo. Por tanto, no va a realizar una evaluación en todos los ámbitos políticos por igual, sino que va a ser exigente en unos y descuidado en otros. Les pongo un ejemplo: supongamos que un partido nos propone algo tremendamente justo pero, en cambio, nos anuncia que si gobierna va a recortar los derechos de la gente joven. Eso escandalizaría a un votante regular, porque lo entendería como una pérdida de democracia. Sin embargo, le encantaría a un votante bipolar, porque para él los derechos de la gente joven entrarían en la zona low cost, la de productos necesarios, en los que se puede perder calidad. El votante bipolares un experto en distanciarse del dolor ajeno, es insolidario aunque no lo sepa. De hecho, él cree que es tremendamente solidario, precisamente porque se implica en aquellascausas deseadas(que son el equivalente a los productos deseados). En cambio, dicho votante siempre le quita importancia cuando alguien fuera de su interés pierde. Entonces dice aquello de "ya espabilarán", "que pasen por lo que he pasado yo" o "se lo han buscado".

Les voy a poner un ejemplo para que se sientan, quizás algunos de ustedes, incómodos. Ofenderse porque alguien quiera marcharse de España es comprensible. Pero ofenderse por este hecho y alegrarse de que se meta a gente en la cárcel, es de votantes bipolares. Es decir, un votante regularpuede enfadarse porque un grupo quiera independizarse, y puede perfectamente considerar a dicho grupo insolidario, y puede sentirse insultado porque este grupo le diga que su país no tiene calidad democrática. Pero precisamente por dicha calidad democrática, debería enfadarse ante la desigualdad de criterios en la prisión preventiva. En cambio, si usted pensó "se lo merecen", lamentó decirle que se portó como un votante bipolar.

En este contexto es fácil que un partido como Vox suba como la espuma si aprovecha adecuadamente los ítems políticos deseados. Es cierto que el independentismo ha creado, para mucha gente, una "ofensa nacional". La izquierda reprocha a los nacionalistas haberle dado a la derecha un resorte para captar votos a espuertas. Pero también es cierto que, en un país de votantes regulares, las ofensas nacionales no escoran la población hacia la pérdida de derechos democráticos. En Canadá, por poner un ejemplo, se celebró un referéndum sobre la independencia de Quebec y no por ello se empezó a usar el término feminazi. En España, sí.

Por mucho que grite la izquierda que los "patriotas" no dijeron nada cuando desalojaban a gente de sus casas, la tendencia no va a cambiar. Por mucho que en las redes sociales se alarme de la pérdida de democracia, el votante bipolarva a hacer oídos sordos.

Bastará que grandes medios de comunicación hagan hincapié en tal o cual ítem deseadopara que una gran parte del electorado se vuelque, y compre un programa político lleno de propuestas cafres. Fíjense qué fácil lo tiene quien lidera las audiencias.

Así pues, ya sabe por qué su vecino está en el paro pero se ha comprado un Iphone X. Y ya sabe por qué votará a Vox. Y ya sabe quién y de qué manera le ha llevado a ello.

 

 

 

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