El desconcierto

La doble oposición de Casado

La doble oposición de Casado
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado (c), da un discurso en el Encuentro de presidentes provinciales e insulares del PP, celebrado este sábado en León.- EFE/J. Casares

La manifestación policial del sábado, donde Casado huyó de Ayuso, y la presentación pública ayer lunes del libro de Cayetana Alvárez de Toledo, Políticamente indeseable, vuelven a eclipsar al aún líder del Partido Popular. Eclipse todavía parcial en espera del total, posterior a una nueva probable victoria electoral de Pedro Sánchez. Aún restan dos años hasta 2023, cuando se abran las urnas legislativas, pero ya se escucha en la derecha esta interrogante "después de Casado, ¿quién?" que desasosiega e inquieta a quienes se sientan en Génova. Desde la transición, es la primera vez que a mitad de una legislatura se da por amortizado al llamado jefe de la oposición.

Tan es así que este enredo protagonizado por el dirigente oficial del PP, que va de derrota en derrota, y una de las dirigentes reales de la derecha, que ha arrasado a la izquierda en Madrid, apenas tapa la lucha por el poder interno en el Partido Popular, una vez que las urnas sancionen en su día el triunfo de  Pedro Sánchez. Uno busca aferrarse a su sillón cueste lo que cueste, la otra aspira a sucederle para reeditar en el resto de España lo conseguido en Madrid. Estas primeras escaramuzas anuncian ya la batalla decisiva entre Génova y la Puerta del Sol. Para Casado el camino de Moncloa pasa por colocar en la Puerta del Sol a un propio, para Ayuso por ocupar Génova.

Los números son concluyentes para desgracia de Casado. Pedro Sánchez acaba de reforzarse con una amplia mayoría parlamentaria de 188 escaños. Veintiuno más, exactamente, de los obtenidos durante su investidura. ¿Qué  ocurre en el PP, o mejor dicho, qué sucede con Casado para haber transformado los dos escaños de distancia de entonces en veintiuno? Algo hace mal -o no muy bien- cuando, además, por su misma derecha los de Vox no paran de avanzar restándole escaños, votos, apoyos y simpatías. Pese a contar con el enorme regalo de la desaparición de Ciudadanos, el Partido Popular sigue paralizado en un callejón sin salida. De ahí que una mitad mire lo que hace Vox y la otra mitad lo que hace el PSOE.

Como diría Andreotti si viviera, nadie mejor que Casado demuestra que la oposición desgasta. Sobre todo porque lleva dos años anunciando todo tipo de desgracias para Sánchez que se dan la vuelta como un bumerán contra el Partido Popular. Ni con pandemia, ni sin pandemia, ni con catalanes, ni sin catalanes, ni con el Poder Judicial, ni sin el Poder Judicial tienen remedios los males del Partido Popular. No es un problema político que se extiende desde el PP a  Galicia, Andalucía , Castilla y León o Madrid; es todo lo contrario, es una enfermedad política procedente de Génova que se expande a Santiago, Sevilla, Valladolid y Madrid. El fantasma de Ayuso, que obsesiona a Casado, no es más que un síntoma.

La lucha entre dos mujeres, Dolores Cospedal contra Soraya Santamaría, permitió que Casado fuese coronado como emperador de Génova; la colaboración de otras dos, Isabel Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, lo muestra  completamente al  desnudo. Ni la una, ni la otra están ahora en condiciones de revestirse con la túnica sagrada heredada de Manuel Fraga; nadie puede hoy mismo vestir al desnudo Pablo Casado. Hasta que no lo desnuden los electores en 2023, va a poner pie en pared para continuar como un teórico e inútil jefe de la oposición a Sánchez, al mismo tiempo que como un práctico a la vez que útil "jefe de la oposición" a Ayuso.

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