Ya sabíamos de su capacidad ilimitada para la grosería. Pero cuando la descortesía se alía con el machismo genético da como resultado un político de taberna. En su soberbia, el líder del Partido Presunto, y registrador de formación, se negó a hablar de los Presupuestos en plano de igualdad con la ministra de Economía, ingeniera industrial, licenciada en Ciencias Económicas en la especialidad de Estructura Económica, y Máster en Métodos Cuantitativos de Gestión.

La pobre ministra es todo eso, pero es mujer.

El machismo existe porque parte de sus mujeres lo jalean. Sin la mujer que le ría las gracias al macho ibérico, que lo disculpe, como ocurrió con Sáenz de Santamaría, el machismo estaría incluido entre las enfermedades de riesgo como la malaria o la gripe A.

Pero como no es economista (ni suficientemente mujer como para tener la sensibilidad de Elena Salgado), Mariano jugó esta vez también, como todos los años, al número habitual, como en una lotería, por si algún día toca. Este es el número al que el eterno jefe de la oposición está abonado:

2005: "Unos Presupuestos poco transparentes, que despilfarran la buena herencia recibida, conformistas y sin ambición"

2006: "No responden a los problemas y prioridades de los ciudadanos sino a los enjuagues y cambalaches que hace el Gobierno".

2007: Rajoy llama "hooligan" al vicepresidente económico Solbes, y califica los Presupuestos como "desastrosos".

2008: "El presupuesto es un fiasco y un engaño (...) liquida el principio de igualdad y es injusto".

2009: "Los presupuestos son contraproducentes y retrasan la salida de la crisis".

2010: Los Presupuestos "extenderán el paro" y "castigarán" la economía de las familias.

Si cierras los ojos, es fácil imaginárselo acodado en la barra de la taberna, desgranando profecías con su media lengua, entre las risotadas de los parroquianos, anunciando que esta ronda la paga él para invocar la buena suerte. Su buena suerte.

Y Mariano nos quiere gobernar.