Fuego amigo

Dime con quién te manifiestas

Palabra de honor de que desearía que ETA y la lucha contra el terrorismo no ocuparan todo nuestro tiempo en esta semana que comenzamos. Pero reconoceréis que resulta imposible no volver al asunto, por dos razones: porque parece imposible conseguir una manifestación unitaria contra el terror, y porque va a ser una semana de reflexión sobre con qué bases y con qué fuerzas políticas hay que recomponer un pacto mayoritario contra el terrorismo.

En cuanto a la primera parte, tenemos dos escenarios de ruptura por dos motivos opuestos. El lehendakari Ibarretxe, por un lado, con su exquisito sentido de la inoportunidad, se empeña en aderezar la manifestación convocada para el sábado con un ingrediente más, innecesario en estas circunstancias: el de "por el diálogo". Hasta el más torpe de los analistas políticos sabe que el terrorismo de ETA sólo se acabará con el diálogo y la negociación, les guste o no a los contendientes testiculares de la extrema izquierda y de la derecha, pero las batallas políticas tienen sus tempos, y los diálogos, sus lugares adecuados.

Sabiendo como sabe que la otra derecha, la españolista, muere y mata por un calificativo (nación, nacionalidad, pago político...), ¿no podría dejar para otro momento lo que no es más que una obviedad, que el diálogo del proceso de negociación deberá continuar cuando escampe la tormenta? ¿A qué viene ese pulso contra las demás fuerzas democráticas cuando ahora se trata de conseguir el mayor consenso posible? ¿Cambia algo en su estrategia el convocar a los ciudadanos con un escueto "contra el terrorismo"? ¿Acaso cree que con ese guiño al mundo abertzale los niños de la kale borroka van a cambiar la gasolina por claveles? ¿Tan difícil es escuchar los consejos del presidente de su propio partido Josu Jon Imaz que recordaba que este es el momento de la "ruptura", que ya habrá tiempo de rescatar la palabra maldita de "diálogo"? ¿Pero tan difícil es de entender? ¿De verdad, Ibarretxe cobra por eso?

El otro misil a la línea de flotación de la manifestación no por esperado deja de ser igual de triste. Por ahora es el tal Alcaraz y su AVT, para quienes el enemigo no es tanto ETA como el gobierno, quienes han anunciado su ausencia en la manifestación del sábado en Madrid. Una asociación que, como ya hemos visto, sin el amparo decidido del aparato del PP apenas es capaz de convocar a unos cientos de jubilados de la derecha franquista y sus nietos nazis. Ahora es cuando hay que tomar el pulso a los dirigentes del Partido Popular, para conocer si en la lucha contra ETA deciden aliarse con la extrema derecha residual o con la mayoría democrática de su propio partido que sabe que el éxito de una gran concentración de repulsa es la mejor imagen del fracaso del terrorismo.

Por desgracia, mucha gente está esperando con ansiedad su reacción, como un episodio más de la lucha partidista, no de la lucha antiterrorista. Si el PP se desmarca, "todos los partidos políticos excepto el Partido Popular" tendrán ante sí el trabajo y el reto de la movilización ciudadana, pues no os podéis imaginar lo mal que funciona el aparato de contar manifestantes de Esperanza Aguirre cuando se trata de medir concentraciones de la oposición. No importa cuántos acudamos el sábado, porque, sin la concurrencia y movilización del PP, la manifestación será considerada como una batalla política más entre la oposición y el resto del mundo civilizado, una simple batalla de números, de manifestantes por metro cuadrado, mientras los miembros del comando que atacó en Madrid refrescan el güisqui con nuevos cubitos de hielo, descojonados de risa ante el televisor. ¿Veremos sobrevolando el helicóptero de Telemadrid, o ese día tendrá revisión en el taller?

El otro gran asunto que nos dará muchos sobresaltos en la semana será el encarrilamiento de la lucha contra ETA, ya sea con la formación de un nuevo pacto antiterrorista, como demandan Izquierda Unida, los partidos nacionalistas y los sectores de izquierda del PSOE, o la pura rehabilitación del viejo e inservible pacto con el PP. Esta última posibilidad creo que sería un error, más aún cuando los populares a día de hoy se niegan a reconocer que fueron ellos quienes rompieron el pacto, los que traicionaron el espíritu del acuerdo cuando, una vez perdido el poder, le tocó al nuevo gobierno socialista liderar la política antiterrorista.

El pacto contra el terrorismo y la manifestación del sábado exigen para su éxito el concurso de todas las fuerzas políticas democráticas. Me atrevo a pensar que, con la debida habilidad, hasta podría consensuarse un pacto paralelo con Batasuna, al menos la Batasuna que se "sorprendió" del bombazo de ETA, la Batasuna que sólo está esperando un gesto por ambos bandos para casarse por el juzgado con la democracia y concurrir legalmente a las próxima elecciones.

Más Noticias