Fuego amigo

A Mariano le fallan los reflejos

Le vimos besando a un niño en un mitin, como el que sostiene una bolsa de basura pringosa, como si el bebé estuviese meado. Pero el sacrificio merecía la pena, porque una fotografía suya con un niño en brazos adquiere un valor incalculable en las urnas, aunque sea incapaz de evitar ese gesto tan suyo de fruncir la nariz, como si nos oliesen los pies a todos.

Eso es. Nunca lo había pensado. El problema de la desazón de Mariano es que entre sus superpoderes se halla una nariz prodigiosa que no soporta nuestro olor corporal.

Y a pesar de ello, se dejó vestir de cocinero, pero no para jugar a las cocinitas como una Barbie Adriá cualquiera, sino como un cocinero de comedores de caridad, como las buenas señoras que se remangan el visón, hucha en mano, para pedir por el Domund una vez al año.

Luego se dejó filmar en una cola del paro, para experimentar en carne propia cómo es esa humillación pública de solicitante de empleo. Alguien de su gabinete de imagen, un cachondo sin duda, quizá alguien del PSOE o IU camuflado, se parte disimuladamente de risa cuando ve salir a Mariano todo ufano por las mañanas a su sesión de fotos promocionales, sin sospechar que la línea que separa el ridículo del servicio público es fina y cortante como una navaja barbera. E igual de letal.

Me muero de ganas por verle de presidente del gobierno (es broma, tontos) buscando paisajes donde fotografiarse para salir en el NO-DO. Por ejemplo, si ha sido capaz de vencer el olor de orines de un bebé, y el de las albóndigas cuarteleras de un comedor de caridad, si ha tenido el valor de sentirse en el paro, con lo mal que huele la clase trabajadora, durante cinco interminables minutos, ¿qué no haría él por hacerse una foto en un terremoto en Haití, todo un país entero para él, lleno de negritos para hacer caridad a manos llenas? ¿No os parece que ya está tardando?
---------------------------------------------------------------------------------

Meditación para hoy:

Hablando de señoras con visón. He visto en el telediario a la embajadora de Haití en España, enjoyada como una madam, asistiendo a una recepción en la que la familia real le transmitía sus condolencias, ataviada con un abrigo de visón y unas perlas como semáforos, que no parecían lo más adecuado para lucir en el día en que todos los medios de comunicación recordaban que Haití es uno de los países más pobres del mundo, con el 80% de la población bajo el umbral de la pobreza.

Bajo el umbral de la pobreza significa que cada mañana, cuando te levantas, no sabes si ese día te tocará comer. No digo que la señora embajadora tenga que ponerse el uniforme de pobre para representar a su gobierno, pero debería cuidar un poco la puesta en escena. La discreción es una de las virtudes de la buena diplomacia.

Más Noticias