Fuego amigo

El efecto Bono

Bueno, consumatum est. Cuando acabe la escenificación de rigor ("de verdad que yo no quería", "estoy a disposición de lo que me pida el partido"...) nos comunicarán ¿hoy? ¿mañana? que José Bono acepta ser candidato a la alcaldía de Madrid, con permiso de Rafael Simancas que es quien hace las listas, oficialmente al menos, en la Federación Socialista Madrileña.
Después de haberse hecho querer durante meses, después de haberse descartado a sí mismo más de tres y cien veces por su falta de idoneidad, cayó deslumbrado por el poderoso influjo de las encuestas. Ni Zapatero, ni Fernández de la Vega: las encuestas son las que están a punto de convencerle de que ya había hecho el suficiente paréntesis de vida privada y que era hora de volver a la batalla política. Al parecer, según los sondeos manejados por Pepiño Blanco, Bono podría sacarle a Ruiz Gallardón 10 puntos si las elecciones se celebrasen hoy, con el posible efecto colateral, el efecto Bono le llamaremos de ahora en adelante, de robarle para el partido socialista un número decisivo de votantes de la ultraderechista Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad. Hasta aquí la noticia.
Pero yo, al hilo de esto, quería proponeros una meditación. Los sondeos de opinión son hoy un instrumento cotidiano, tanto al servicio de la mercadotecnia de las grandes empresas como de las organizaciones políticas. Es una manera de tomar el pulso de los deseos de los clientes/ciudadanos para que el producto o el mensaje político guarden una mejor sintonía con sus necesidades (a veces se utilizan perversamente para crear esas necesidades, pero ese es tema para otro día, si os parece).
A menudo oigo hablar sobre si es ético gobernar con las encuestas en la mano, como si los sondeos de opinión, carísima información privilegiada que podría rozar el ventajismo contra el adversario, fuesen más un instrumento de manipulación de la realidad que una guía para administrar la cosa pública con mayor acierto.
Confieso ahora mismo que no tengo una idea muy formada, pero creo que las nuevas tecnologías (la encuesta científica es un instrumento moderno) deben estar al servicio de la información, y si alguien tiene que estar bien informado sobre nuestros deseos son precisamente los gobiernos, porque para eso los mantenemos. Lo malo es cuando los gobiernos interpretan nuestros deseos bajo su propio "filtro de confirmación" y deciden que, por ejemplo, hay que ir a la guerra de Irak porque es bueno para nosotros, aunque nosotros no lo sepamos, contra la estúpida opinión mayoritaria expresada en unas encuestas que no encajan en su ideario político.

Ahora que la humanidad se acerca inexorablemente al voto electrónico generalizado, con un futuro en el que podremos votar en tiempo real desde nuestros teléfonos móviles, pongamos por caso, creo que no deberíamos hacerle ascos a que los sondeos adquirieran un peso fundamental en la planificación política y social. La Ilustración, ante la falta de instrumento tan útil, predicaba el derecho de los gobernantes ilustrados a interpretar y decidir qué era bueno y justo para sus administrados. Era el voto de calidad, el único posible. Pero no entiendo por qué en las democracias modernas "gobernar con las encuestas" tiene tan mala prensa.
Precisamente, en nuestra historia más reciente, si el PP hubiera sido más respetuoso con los estados de opinión, hoy estaría gobernando.
A muchos os habrá parecido una conclusión descorazonadora, pero miradlo desde este otro lado: ello querría decir que ahora tendríamos otro PP muy distinto, un Partido Popular que estaría haciendo de los deseos de la mayoría su filosofía de buen gobierno, y no aquel encadenamiento de patrañas que le precipitó a la oposición, donde dios ha de guardarle durante muchos años. Si dios quiere.
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(Meditación para hoy: hablando de esas patrañas. El hombrecillo insufrible acaba de insistir, en una entrevista a un diario holandés, que el 11-M fue ejecutado por islamistas, pero que "la idea, los objetivos y los recursos procedían de España". Es el ejemplo del patriota ilustrado que sigue pensando que los demás somos idiotas.)
(Segunda meditación para hoy: un grupo de jóvenes, al parecer independentistas, zarandeó y abucheó a Acebes y Piqué cuando se disponían a asistir a un mitin en Barcelona. Desde aquí mi solidaridad con ambos, porque las ideas sólo se deben combatir con las ideas. Y un consejo a los policías que hayan detenido a los agresores: que recuerden lo que les ocurrió a los policías que detuvieron a los militantes del PP que agredieron a Bono...)

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