Fuego amigo

La sabiduría les persigue, pero ellos son más rápidos

El titular del día fue el avance de la ultraderecha en Bélgica, el corazón de Europa. Los liberales (los de verdad, no esa derechona que se ha apropiado del concepto de liberal) y, lo que es peor, los verdes, se han dado un batacazo. Puede parecer que lo que ocurra en un país tan minúsculo, con apenas peso internacional (el "gobierno" europeo vive allí de prestado) apenas tiene trascendencia en el panorama europeo, pero este resultado encierra un significado preocupante: el discurso del miedo al inmigrante, considerado como un invasor que viene a quitar el pan a los nacionales, es un recurso recurrente de la línea argumental de las derechas, y caló en buena parte del electorado belga.
En España tenemos ya brotes preocupantes, y no hablo de los grupúsculos neo nazis fichados y controlados (por ahora) por la policía, más alarmantes por su fuerza bruta que por su número. Es la derecha sociológica, la peor derecha desde la transición, a la que le explotan sospechas de corrupción por todos los ayuntamientos de España, que no encuentra donde morder en el cuerpo del gobierno en tiempos en que todos los parámetros económicos hablan de bonanza, la que ve con horror la posibilidad de una paz en Euskadi (cada asalto de kale borroka pone un brillo de esperanza en los tristes ojos de Rajoy), que no da crédito a cómo un gobierno de izquierda pacta a favor de la derecha una disparatada financiación de la Iglesia católica que ni Franco hubiera hecho mejor, una derecha que se queda sin espacios de oposición hasta el punto de aferrarse a una mentira colosal sobre el 11-M, construida con materiales de fábula, sobre una supuesta conspiración que ya empieza a darnos a todos una vergüenza colectiva, arrastrando al ridículo, si no a la prevaricación, hasta al estamento judicial.

Esa derecha es, como os decía el otro día, un animal acorralado, y busca su salida mordiendo la presa favorita de todas las derechas extremas del mundo, su alimento natural, la xenofobia, disfrazada de defensa de los intereses nacionales. Lo de la derecha belga es un mal ejemplo para la española. Sólo en ese escenario se entiende la reacción del líder de la oposición a la oferta de Rodríguez Zapatero sobre un gran consenso político en el problema de la inmigración ilegal. Para él no es más que un truco del gobierno "para lavar sus evidentes y gravísimas responsabilidades" (...) "es el viejísimo truco del boxeador sonado: cuando este Gobierno se queda sin aire es cuando se acuerda de la oposición". Es decir, si el Gobierno no cambia el rumbo, es un irresponsable, y si pide consejo y consenso con la oposición, hay que desconfiar, es tan sólo una estrategia, un truco para aprovecharse del caudal de soluciones que esconde su oponente.
Los populares aman tan fervorosamente las teorías conspiratorias que sospechan inmediatamente de aquel que les da la razón. Debe de ser el influjo del carácter gallego de su presidente, de unos espléndidos reflejos para la sospecha. Parafraseando la pintada del mayo del 68 francés, "la sabiduría les persigue, pero ellos son más rápidos". Así que no os extrañe que un día de estos todos los partidos políticos excepto el PP logren un amplio consenso sobre emigración, mientras los dirigentes del Partido Popular huyen velozmente de la realidad, antes de que ésta les alcance.

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