Fuego amigo

La lista de enemigos se va ampliando

Ha venido Tony Blair a España en el momento menos oportuno para la extrema derecha española, una visita que más parece una traición a aquella heroica foto de las Azores que inauguraba la lucha contra el terrorismo mundial que un intento de apoyar la negociación para la paz en Euskadi. Después de todo lo que el hombrecillo insufrible hizo por él, un pseudo socialista, rojo sospechoso, resulta que, ahora que ha anunciado su retirada, le da su apoyo a ZP: "Mi experiencia es que los bloqueos en estos procesos son algo normal" (...) "Hay veces en las que se avanza deprisa y otras, más lentamente (...) pero al final, si uno cree en lo que hace, todo sigue adelante". Eso, dando ánimos.
Zaplana tardó un credo en revolverse contra esta injerencia: "La internacionalización del proceso es perjudicial", dijo, con la misma autoridad con la que hubiese afirmado, por ejemplo, que "las cosas tienden a caer al suelo por la fuerza de la gravedad, aunque si no hubiese gravedad caerían por su propio peso". Estuve dándole vueltas a la teoría zaplanesca de por qué que no es buena la internacionalización del proceso de paz en Euskadi, cuando la doctrina Azores entronizó precisamente el principio de que todos los terrorismos son iguales y hay que combatirlos estén donde estén, sumando las mayores coaliciones posibles. Pero es que yo estaba errando en el análisis, enredado en las palabras: no hay que buscar el porqué sino para quien es perjudicial la internacionalización del asunto y su posible solución entre todos. ¿Entre todos? No, una aldea de extrema derecha resiste al invasor...
El otro enemigo reciente, el juez Garzón, no pudo obtener el amparo del Consejo General del Joder Pudicial porque uno de sus vocales, José Luis Requero, interpuso antes un recurso para que se investigara si eran ciertas las informaciones recogidas por el boletín oficial de la extrema derecha mundial sobre un supuesto maltrato psicológico en el interrogatorio por parte de Garzón a los peritos del ácido bórico. Los dos fiscales que estuvieron presentes en los interrogatorios ya han afirmado que todo fue sujeto a derecho y que no hubo ni el menor asomo de maltrato. Pero eso no importa. El caso era parar, dilatar el desmontaje de la teoría de la conspiración del 11-M, porque el tiempo juega en su contra.

Yo ya no sé qué pensar, porque el magistrado, José Luis Requero, nombrado vocal por el PP, es miembro del Opus Dei, y tiene al día sus deberes para con dios, con diez hijos, por ahora, porque a sus 45 años vaya usted a saber cuántos querrá darle dios todavía. Y alguien que no regatea hijos a dios ("no es por vicio ni por fornicio, es para darte hijos a tu servicio" rezaba el chascarrillo castellano), alguien así no puede estar obstruyendo la marcha de la justicia, porque es pecado.
A lo mejor, como decíamos este verano, siguiendo la teoría del psicólogo americano Drew Westen en Emory University, el peso de sus creencias le impide discernir la verdad. "Nuestros cerebros -decía el psicólogo- tienen lo que se llama un filtro de confirmación donde buscamos y encontramos evidencias en apoyo de nuestras creencias ya existentes (o preconcebidas) e ignoramos o reinterpretamos las evidencias que las desmienten".
Para alguien del Opus Dei el "filtro de confirmación" debe de ser extraordinariamente tupido, pues sólo así se explica que un magistrado pueda decir cosas como "los vascos se caracterizan por partir troncos y piedras", o que el estatuto catalán pone a Cataluña en "una situación de derecho cercana a la independencia", o que la ley del matrimonio entre homosexuales sienta las bases para el día de mañana legalizar "el matrimonio poligámico o poliándrico". Y perlas por el estilo que sólo tenéis que rebuscar en Google.
Me pregunto cómo es posible que un magistrado con un "filtro de confirmación" tan rancio y poderoso, capaz de destruir el sentido común y el del ridículo a un tiempo, puede estar suelto por los tribunales, con derecho a juzgarnos a los demás.

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