Fuego amigo

El lío de las empresas amigas y el interés general

El fútbol nos une y nos separa. A punto está de comenzar la liga galáctica de fútbol, la de las estrellas (se van a estrellar, ya veréis), la de las inversiones multimillonarias en euros. Pero antes hay que jugar un partido decisivo por las retransmisiones televisivas donde se dilucida la mayor tajada del negocio que llaman deporte del fútbol: un partido a cara de perro entre Sogecable (del grupo Prisa) y Mediapro, el grupo multimedia catalán especializado en cine, televisión, márketing y publicidad.

Audiovisual Sport (80% de Sogecable, del grupo Prisa) le niega a Mediapro el suministro de la señal televisiva de los partidos de fútbol de la Liga española que emitía por La Sexta, por una supuesta deuda de 58 millones de euros. Por medio hay acusaciones mutuas de incumplimiento de contrato, pero si la cosa acaba en los tribunales la liga podría comenzar con un apagón televisivo, y se jugaría en el campo a oscuras de los televisores de medio país.

A simple vista parece un lío más entre empresas, pero ya sabéis que el fútbol, como el Barça o como el Madrid, es algo más que deporte. Tan es así que el PP ha decidido pescar en ese río revuelto presentándose como el garante de aquel invento de Álvarez Cascos que entronizó el fútbol como una actividad "de interés general", en la misma categoría que la salud, la educación o la vivienda. Cierto es que el fútbol despierta un interés bastante generalizado, pero no "es" de interés general, aunque así haya pasado a formar parte ya de ese diccionario exótico que está rescribiendo continuamente el Partido Popular. Pero bueno, la nueva definición, por más que pareciese un disparate a los que manejamos el sentido común, convenía a aquel gobierno de Aznar para recortar el poder de su grupo mediático enemigo.

Y hoy lo vuelve a resucitar. Y lo resucita no para defender, como es norma entre ultraliberales, la empresa privada, sino el "interés general" de los aficionados al fútbol, que suman muchos más votos para las próximas generales (elecciones, por supuesto). ¿Y por qué tanta generosidad? Pues porque ambas empresas en litigio son instrumentos del mal, que dirían el Papa y Bush: el tradicional enemigo Grupo Prisa y el rojo perdido grupo Mediapro, todavía más a la izquierda y del que poco apoyo puede esperar el partido conservador.

El portavoz del PP en el Congreso hizo un alto en el chiringuito de la playa, y entre cerveza y cerveza proclamó al mundo que "el fútbol es de interés general y los ciudadanos deben recibir los partidos de sus equipos por televisión. No se puede consentir que los ciudadanos sean la víctima de la guerra entre dos empresas" (...) "Aquí el Gobierno tiene una ventaja porque las dos empresas son amigas". Tan acostumbrados estaban en sus gobiernos a mangonear empresas públicas y privadas que considerarían normal una llamada de Zapatero, pongamos por caso, repartiendo la señal y distribuyendo partidos a su antojo, como en tiempos del inefable ex portavoz MAR (Miguel Ángel Rodríguez).

Por cierto, ¿empresas amigas? Un último dato. El País de hoy saca a toda pastilla, a cuatro columnas -todo un lujo-, la noticia de que "Audiovisual Sport suspende la señal del fútbol a Mediapro por falta de pago". Sorprende que a cuatro columnas se incluya la noticia de un rifirrafe empresarial entre su empresa editora y la competencia, en la misma página en la que ¡a una mísera columna! (lo que se dice un rincón) se da la noticia minúscula de que han empezado las pruebas del acelerador de partículas del CERN, un acontecimiento científico mundial de dimensiones impredecibles.

El último dato que quería aportar a este lío empresarial es que Mediapro es el grupo que promueve el diario "Público" (a la izquierda de El País y su mismo "público" objetivo) de inminente aparición en otoño, y cuyo anuncio de salida es de suponer que poca gracia le habrá hecho a Prisa. ¿Seguro que son empresas amigas? ¿Amigas de quién?

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