Fuego amigo

La nueva Isla del tesoro, y los piratas del PP

Cuando se desata el pánico sobre la solidez y solvencia del sistema bancario de un país, ya se conocen sobradamente las consecuencias: la gente corre a retirar los ahorros de sus cuentas corrientes, con la consiguiente desestabilización de la economía. Lo que viene inmediatamente después es lo más parecido al caos.

La extrema derecha española sería capaz de vender su alma al diablo en el caso hipotético de que 1) tuviese alma, 2) existiese el diablo, y 3) las televisiones y los periódicos llegasen a recoger la imagen de largas colas de ciudadanos al borde de la lipotimia, dispuestos a sacar hasta la última gota de su dinero, pues en casos de crisis, piensan, los ahorros están mejor guardados en un calcetín, debajo del colchón, o en una caja de zapatos.

El empeño del equipo de Mariano Rajoy de proyectar sombras sobre la salud de nuestros bancos, en vez de aprovechar la coyuntura para hacer de nuestra banca un refugio seguro para el asustado dinero internacional (como bien apuntó José Blanco), está dando resultados inesperados.

Por ejemplo, lo normal hasta ahora era que los ladrones de guante blanco recurriesen a complicados artificios contables y redes mafiosas para blanquear el dinero obtenido de manera non sancta. Pero hoy ya nadie sabe si los paraísos fiscales son en verdad lugares opacos, paraísos perdidos o la antesala de los infiernos. Ya hemos visto que el plan de salvación de los bancos de crédito de los Estados Unidos no ha convencido a las Bolsas. En Alemania el segundo banco hipotecario en importancia está a punto de la quiebra, a no ser que papá Estado acuda en su socorro en compañía de otros bancos carroñeros para pelearse por los restos del naufragio todavía en buen estado de uso.

Así que los ladrones, que tienen su corazoncito y también temen que les roben, entierran ahora su botín bajo el césped del jardín. Como hizo Antonia Ordinas, ex gerente del Consorcio de Desarrollo Económico de las Illes Balears bajo el gobierno del PP de Jaume Matas, con los 240.000 euros, fruto presuntamente del vaciado de las arcas públicas (ocho millones de euros de déficit todavía por explicar). Su jefe, Mariano Rajoy, les metió a ella y su esposa tal miedo en el cuerpo con eso de que viene el lobo de la insolvencia bancaria, que han preferido correr el riesgo de que se comieran el botín los roedores antes que salvarle la cara a los amigos banqueros de ZP.

De esta manera, unos cuantos piratas del PP han hecho de Mallorca la nueva versión de la Isla del tesoro. ¿No tiene nada que decir a todo esto el señor Matas?
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Meditación para hoy:

La novela de Stevenson nació gracias al dibujo de un plano del tesoro hecho por su hijastro. Parece ser que ahí comenzó el desarrollo de la trama. Cuentan que el jovencito le pidió que no aparecieran mujeres en la novela. No tengo ni idea del porqué, si lo suyo era pura misoginia o intuía que la existencia de mujeres entre piratas podría llevar la novela por derroteros escabrosos. Lo que no se imaginaba el muchacho es que en el siglo XXI, con la igualdad de oportunidades entre ambos sexos, la condición femenina no es impedimento para abrazar la profesión de pirata. Basta con enrolarse en el barco adecuado, mientras una bandada de gaviotas reidoras anima con sus graznidos la feliz travesía. (Por cierto, ¿de qué se reirán las gaviotas?)

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