Fuego amigo

La Bolsa no es para hipocondríacos

Yo pertenezco al sector hipocondríaco del género humano. Mi hipocondría es de tal naturaleza que bien podría ostentar la presidencia de una asociación de afectados, si existiese. Soy de esos enfermos imaginarios que padecen al cabo del año al menos dos o tres tipos de cáncer. Una pequeña mancha en la piel, un bultito detrás de la oreja, una acidez de estómago sospechosa, una jaqueca agresiva, cualquier síntoma molesto desencadena en mí un proceso de angustia que sólo se me cura tras la regañina consiguiente de mi médico de cabecera. Más que médico es un santo varón.

La lectura de los prospectos de las medicinas, actividad a la que soy muy aficionado, tengo que interrumpirla cuando comienza el capítulo de "Posibles efectos adversos". Una línea más y empiezo a sentir todos los mareos, sarpullidos y náuseas que tan prolijamente describen ahora los laboratorios para curarse en salud (para curarse ellos en salud, se entiende).

Menos mal que dejé de fumar unos años antes de que las tabaqueras se viesen en la obligación de recordarnos en las cajetillas de cigarrillos que el tabaco produce impotencia o, simplemente, que mata, porque o bien estaría muerto hace mucho tiempo o, lo que es mucho peor, viviría torturado contemplando la ruina fofa de la mejor parte de mi cerebro.

Ahora en el Reino Unido van a ir más lejos. Las cajetillas irán ilustradas con imágenes de los estragos producidos por el tabaco, dentaduras con piorreas repugnantes, gargantas gangrenadas, pulmones sangrantes, como devorados por las fieras. He visto algunas fotos y no sé si la campaña tendrá efectos en el abandono del tabaquismo. Pero lo que sí sé es que pasará a ser más asquerosa la visión de una cajetilla sobre la mesa del restaurante que el humo de la propia sala de fumadores.

Al calorcito de la novedad, leo que el capellán de la Bolsa de Londres ha propuesto tatuar a los homosexuales en la espalda (¿) con leyendas, a imitación de las cajetillas: "La felación mata", o "La sodomía puede dañar seriamente su salud". El reverendo no es que sea un nazi o un enfermo mental, es que la locura de las Bolsas nos está contagiando a todos los hipocondríacos.
------------------------------------------------------------
Meditación para hoy:
Que la Bolsa de Londres tenga un capellán de oficio debería ser tema de reflexión para todos nosotros, no durante un día, sino para todo lo que nos queda de crisis económica.

Más Noticias