Memento

Cuando dos vidas importan más que 28.600

Un gazatí pasa en bici por delante de tres edificios destruidos en Ciudad de Gaza. EFE/ Str
Un gazatí pasa en bici por delante de tres edificios destruidos en Ciudad de Gaza. EFE/ Str

El pasado domingo el diario El País llevaba en sus páginas un reportaje donde contaba la historia de Hind Rajab, una niña palestina de cinco años que fue hallada sin vida 12 días después de que pidiese ayuda durante tres horas por teléfono entre sonidos de disparos y rodeada de cadáveres de familiares. No solo fue encontrada asesinada ella, también los dos miembros de la Luna Roja que acudieron a rescatarla. Es solo un ejemplo más de la crudeza del genocidio que está cometiendo Israel sobre la población palestina en Gaza, donde muere un menor cada 15 minutos. Esta vez tiene nombre y apellidos, tiene rostro, tiene voz, pero sigue sin doler, por desgracia, ni una uña del pie a la gran mayoría de la sociedad española. 28.600 personas asesinadas desde el comienzo de la invasión israelí y unas secuelas que durarán décadas, pero que parecen no importar a la derecha mediática y, por ende, a la mayoría de sus consumidores.

He entrado por curiosidad a las principales cabeceras de los periódicos conservadores españoles. Ninguno lleva entre sus primeras noticias la invasión de Israel a Gaza. Solo La Razón lleva un breve, pero debes bajar mucho la página y buscar con lupa para encontrar la única información entre los tres medios de referencia de la derecha. También he estado observando los informativos más vistos en España (Antena 3 y Telecinco) y mientras en el primero la única mención es de 120 segundos y aparece a los 21 minutos de emisión, en el segundo hacen un enfoque similar y tardan 17 minutos en hablar de ello. Ambos telediarios le dan mayor importancia a la marcha de Mbappé del PSG que al asalto al último hospital en Gaza. Si no se trata o se hace de una forma rápida, hablando de una guerra entre iguales, de un conflicto enquistado y lo convierten en rutinario, ¿cómo va a empatizar la gente ante una crueldad que merecería abrir noticiarios día tras día?

En cambio, como es obvio, uno de los principales temas de esta semana en todos esos mismos medios es el asesinato de dos guardias civiles arrollados por una narcolancha. En primer lugar, porque es un conflicto que permite arañar votos a los partidos de la oposición. En segundo lugar, por distancia geográfica. Siempre se nos va a insistir en que nos deben doler más las vidas de quienes tienen nuestro color de piel y hablan similar a nosotros que la de aquellos que nos pillan lejos. Y, por último, porque mediáticamente les da mucho juego para varias semanas. Entrevistas con las viudas, con las madres, reportajes sobre el lugar de los hechos, fotos de los narcos, testimonios de vecinos... todo menos hablar de los problemas económicos de la zona y de por qué muchos jóvenes acaban en ese negocio ante la falta de alternativas. Es mucho más fácil promover el odio que la reflexión.

Me parece muy lícita la indignación ante estos hechos, por supuesto. Más allá de la hipocresía de Feijoo denunciando el narcotráfico tras su foto con Marcial Dorado, cuando este ya era un narco conocido por toda Galicia. Más allá de la adulada viuda que se negó a que Marlaska le pusiera la medalla y que terminó su discurso en el funeral con un "Arriba España", dejando claro quiénes están en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Más allá de la difusión de fotos del supuesto asesino en redes, que tuvo que salir a desmentir que fuera él ante la turba violenta impulsada por la ‘fachosfera’ de siempre. Más allá del ruido y el fango que rodean a este tipo de casos, es más que legítimo hablar de esto y elevarlo a conflicto político, pero ¿cuánto de lícito es elevarlo a primera plana mientras se mira para otro lado ante un genocidio televisado?

Me da igual que me acusen de demagogia, de titular tendencioso, de lo que quieran. España ha seguido mandando armas a Israel, quienes las han usado para asesinar a inocentes e inutilizar todos los hospitales de la franja. Los soldados y la población israelí no solo están acabando con miles de vidas, sino que comparten vídeos en redes sociales mofándose de la población palestina. Los genocidios ahora son bailables en TikTok. Si la sociedad quiere mirar para otro lado porque es difícil vivir con dolor y la rutina diaria ya se les hace suficiente cuesta arriba, adelante, pero los medios de comunicación debemos tener un compromiso con la denuncia de la barbarie.

En unos años (espero) miraremos estos actos con vergüenza y pensaremos si estuvimos a la altura de los acontecimientos. Si no dejamos morir a una población sin poner el grito en el cielo. Me da igual repetir el mismo artículo 20 veces y que me digan que banalizo con la muerte de dos personas en su puesto de trabajo porque simpatizo poco con ellos. Que se pregunten por su empatía con una niña que fue asesinada mientras pedía ayuda por teléfono. Lecciones morales a otra parte. Ante la masacre, cualquier llamada de atención es buena. No dejemos que nuestro orgullo deje caer la denuncia.

Más Noticias