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Ahorrar 3.000 euros cada verano y tener 20.000 en el banco con 25 años... ¿Es posible?

Parece que, de vez en cuando, por las redes y los medios asoma algún iluminado que asegura que las personas precarias son precarias porque no se esfuerzan lo suficiente, porque no tienen visión de futuro o porque son vagas. De hecho, suelen dar lecciones a esas personas que se encuentran en situación de precariedad apuntando con el dedo a la víctima y nunca señalando el problema.

Parece que cuando se habla de estas cuestiones casi siempre se pone el foco en las personas jóvenes y, de hecho, hace menos de un mes hubo una fuerte polémica con las declaraciones de una psicóloga en Televisión Española que aseguraba que a los jóvenes se lo estaban poniendo más fácil al principio y que "el esfuerzo ya no tiene que ser tan grande para conseguir méritos". Unas declaraciones que desataron una oleada de críticas contra esta persona.

Ahora, una nueva afirmación que se ha viralizado en muy poco tiempo en redes sociales está generando una nueva polémica sobre los ahorros que pueden llegar a conseguir los jóvenes de 25 años.

Óscar, youtuber que trata temas de Economía, aseguró el pasado lunes que si un joven de 18 años trabaja todos los veranos, puede ahorrar unos 3.000 euros al año y acabar teniendo 20.000 euros en el banco a los 25 años para pagar la entrada de una hipoteca. El mensaje ha sido muy criticado y a la mayoría de usuarios de Twitter no le salen las cuentas ni con calculadora en mano. Y es que el mensaje no hay por donde cogerlo, más aún teniendo en cuenta que el paro entre esta franja de población se sitúa en el 40% en España. Por ello, desde Mierda Jobs queremos demostrar que es prácticamente imposible, tal y como está la situación en este país, que un joven tenga 20.000 euros en el banco a los 25 años trabajando en verano y lo inverosímil de poder dar la entrada de un piso teniendo esa cantidad de dinero.

La tasa de paro y la dificultad de encontrar un trabajo

Si a las personas jóvenes ya les cuesta encontrar trabajo tras finalizar sus estudios, empezar con 18 o 19 años en el mercado laboral es realmente complicado. De hecho, tal y como comentaba anteriormente la tasa de paro juvenil entre los menores de 24 años se sitúa en el 40%.

Los jóvenes son los últimos en entrar al mercado laboral pero, debido a su situación de vulnerabilidad, son los primeros en salir de él. Sobre todo porque ocupan trabajos temporales y precarios. Por lo que si una persona de 18,19 o 20 años quiere encontrar trabajo para ahorrar y poder pagarse una vivienda unos años después lo tiene bastante complicado.

Bajos salarios y abusos/fraudes laborales

A la tasa de desempleo juvenil se le suma la precariedad salarial que caracteriza multitud de puestos de trabajo. Y es que, antes de la pandemia, el 50% de los jóvenes cobraba menos de 1.047 euros y el 36% de los jóvenes de entre 26 y 35 años cobraba por debajo del salario mínimo.

A esto se le suman los abusos por parte de algunos empleadores que se aprovechan de la situación de vulnerabilidad de estos jóvenes que buscan trabajo. Lo que hace que se les pague por debajo de lo estipulado, trabajen multitud de horas extra sin remunerar o incluso que no tengan contrato.

La necesidad de ayudar a la familia y pagar los estudios

Otra de las cuestiones fundamentales que parece olvidar este divulgador económico es que hay multitud de familias que necesitan del sueldo de todos los miembros que consigan trabajo para poder llegar a fin de mes. No todas las familias tienen a sus miembros trabajando, no todas las familias tienen a sus miembros cobrando el paro y no todas las familias pueden permitirse el hecho de que uno de sus miembros trabaje y no aporte el sueldo a la economía familiar.

Por otra parte, son muchos los jóvenes que buscan trabajo para pagar sus estudios por lo que, de nuevo, no podrían ahorrar para comprarse un piso a los 25 años, como comenta el tuitero/youtuber.

"Es que donde no hay no hay. Yo he tenido que ponerme a trabajar con 20 años porque a mi padre se le acabó el paro y mi madre cobraba muy poco dinero. Parece que la gente nos quiere hacer creer que los que trabajamos a esas edades lo hacemos porque queremos ahorrar para el futuro, pero la realidad es bien distinta. Yo empecé a suspender muchas asignaturas cuando empecé a trabajar para ayudar en casa", cuenta a Público Natalia.

El derecho al descanso

Entre todo esto parece que el derecho al descanso ni siquiera se menciona. Estamos hablando de que esta gente trabaja en verano porque, según se puede deducir del propio tuit, estudia de septiembre a junio.

De esta forma, los jóvenes no tendrían derecho a vacaciones porque saltarían directamente de sus estudios al trabajo y del trabajo a sus estudios, por lo que el derecho al descanso parece que es inexistente.

¿La cultura del nesting desde los 18?

La primera vez que en España se conoció el término nesting fue en el año 2017 a raíz de un artículo del periódico El País en el que hablaban de estar todo el fin de semana encerrado en casa como una moda guay.

Esta realidad, que de moda no tiene absolutamente nada, se produce porque las personas no tienen dinero para salir. Algo que deberían hacer los jóvenes desde que tienen 18 años si quieren ahorrar 20.000 euros.

¿20.000 euros de entrada más impuestos?

Normalmente, cuando se pide una hipoteca el banco financia hasta el 90% del precio de compra o el 80% de la tasación, casi siempre financiando el importe de menor valor.

Con esos 20.000 euros no solo se tiene que pagar la entrada del piso, sino también los impuestos, los gastos de gestoría, los gastos de notaría y, en algunos casos, la tasación. Aproximadamente, para hacer cálculos generales, estos gastos y los impuestos suelen suponer el 10% del valor de compra. Es decir, que para un piso que cuesta 100.000 euros, los gastos supondrían 10.000 euros. Con 20.000 euros ahorrados una persona podría comprar un piso que costase como muchísimo 100.000 euros, suponiendo siempre que el banco le financiase 90.000 euros, un precio de vivienda muy complicado de encontrar en España, sobre todo en las grandes ciudades.

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