Otras miradas

¿Dónde están los hombres que señalaban al feminismo?

Ana Bernal Triviño

Periodista

¿Dónde están los hombres que señalaban al feminismo?
A la izquierda, el abogado, Víctor Valladares; a la derecha, el exjuez Serrano

A veces, tengo la sensación de que en la vorágine informativa hay noticias que han pasado desapercibidas. Mientras otras, en cambio, de forma desproporcionada, ocupan titulares y generan polémicas escandalosas durante etapas demasiado largas. Sobre todo, cuando se trata de feminismo. 

Por ejemplo, ¿se acuerdan del 8M de 2020 y de aquella idea de que sólo el feminismo era responsable de la expansión del coronavirus? Hubo un abogado que denunció al Gobierno por el 8M y a Sánchez ante el Supremo. 

El feminismo era el culpable de todos los males y durante semanas, en pleno confinamiento, se generó una criminalización y una tensión política respecto al 8M sin precedentes. El feminismo pasó a considerarse un asunto partidista, dañando de pleno la única salida que centenares de mujeres tienen para salir de la violencia. Asimismo, toda la estructura destinada a la lucha contra la violencia machista se puso bajo sospecha. 

En una búsqueda de hemeroteca, lo que sabemos de aquel abogado, Víctor Valladares, es que en noviembre del año pasado recibió su tercera (sí, tercera) condena, en este caso, por estafa. Según se recogía en prensa, las dos anteriores fueron por quedarse con 13.000 euros de una mujer que le encargó varias acciones judiciales que nunca inició, y otra por engañar a un matrimonio de afectados por cláusulas suelo. Tiene otras condenas, una de ellas por estafar a su propia suegra. El caso del 8M, por cierto, acabó archivado.

No sé si recuerdan que, con el inicio de Vox, en Andalucía tuvo un peso importante el juez Serrano, que llegó alcanzar el Parlamento andaluz. Serrano, antes de su salto a la política, ya tuvo una inhabilitación de su carrera como juez durante años, por un delito de prevaricación judicial doloso. 

El Supremo lo consideró así después de que permitiera que un niño, en contra del régimen de visitas establecido por sus padres separados, asistiera a una procesión de Semana Santa junto a su padre, en contra de la voluntad de su madre. Después, con su salto a la política, empezaron sus declaraciones contra el feminismo, contra las feministas, contra la ley de violencia de género. Decía que él mismo era una "víctima del yihadismo de género". 

Sus declaraciones, a cada cual más escandalosa, se repartían por redes sociales y medios de comunicación. Como cuando decía que las asociaciones feministas eran "chiringuitos", porque recibían dinero de subvenciones. Ahora, en cambio, en los medios conservadores no le dan estos grandes titulares cuando es él el protagonista de estos. Y, en concreto, que ahora será él quien se siente en el banquillo de los acusados por los delitos de fraude de subvenciones y estafa. La Fiscalía acusa al que fuera candidato y portavoz andaluz de Vox de quedarse, con sus socios, una ayuda pública de 2,5 millones de euros. Por ello, le piden ocho años de prisión.

Por otro lado, antes de Navidad, saltó sin pena ni gloria la noticia de que una sentencia del juez que condenó a Juana Rivas había sido anulada por "inquisitorial" y "falta de imparcialidad", por parte de la Audiencia de Granada. En aquel fallo, Piñar condenó a cinco años de prisión y a diez de inhabilitación de la patria potestad a una mujer. Ahora se reconoció una situación de indefensión al respecto y se obligó a repetir el juicio con "otro magistrado". 

Por otro lado, en marzo también pasó sin mucha importancia la noticia de que el Consejo General del Poder Judicial, el CGPJ, abrió un expediente disciplinario al juez por sus mensajes en redes, donde había críticas a "otros magistrados", a las políticas de igualdad, al uso del término "feminazi" o al "desprecio" hacia ciertos partidos políticos, medios de comunicación o confesiones religiosas", según se detallaba en la información. También acusó al abogado de Juana Rivas de injurias y calumnias por dar su opinión en un grupo de Whatsapp de periodistas, pero esa querella fue archivada también.

Hay más casos. Pongo solo tres por la trascendencia de sus declaraciones o acciones, por el daño que han causado sobre el propio feminismo con su señalamiento, criminalización o generación de una opinión pública en contra. Tres hombres que nos decían a las mujeres lo que el feminismo era y, a la vez, creaban una falsa amenaza entre los hombres. Los medios más fieles a sus principios, que fueron megáfono de sus declaraciones y que casi los describían como héroes, ahora han silenciado sus actos. A veces, el tiempo pone todo en su sitio, la verdad cae por su propio peso y las máscaras caen solas. Pero el daño ya está hecho.

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