Pato confinado

Cada vez más jóvenes sufren cáncer de colon y la dieta podría ser la responsable

Cada vez más jóvenes sufren cáncer de colon y la dieta podría ser la responsable
Las carnes procesadas aumentan el riesgo de padecer cáncer de colon. Foto: Pixabay.

Crece y nadie sabe por qué. El cáncer de colón es uno de los más comunes entre hombres y mujeres en los países industrializados. Y hay pistolas humeantes en este aumento, sospechas de que la dieta podría estar detrás.

Como todos los cánceres, es un desastre que tiene un impacto individual, económico y social. Células sanas que se vuelven malignas y algo así como inmortales, y que comienzan a atacar al organismo que tendrían que cuidar, trasladándose si pueden a otros lugares u órganos, produciendo lo que se conoce como metástasis, y finalmente, en ocasiones (demasiadas veces), la muerte.

Como todos los cánceres, la curación depende mucho del momento en que se detecte. El de colon tiene un nivel de supervivencia medio (50-55% a los cinco años del diagnóstico), si se compara con otros cánceres, aunque goza de buen pronóstico si no se encuentra en estado muy avanzado y está bien localizado (es curable excepto en un 30% de los casos en los que ya hay metástasis y es difícil de eliminar).

No hemos conseguido detenerlo todavía y cada año se diagnostican en España más de 40.000 nuevos pacientes (alrededor de 700 casos por semana). Y tiene además una característica extraña que debería inquietarnos: cada vez se presenta en personas más jóvenes, y todo apunta a que seguirá aumentado en los próximos años entre individuos de 20 a 30 años.

Es un misterio por resolver, ya que muchos de los cánceres están vinculados al aumento de la edad, y este en concreto suele aparecer a partir de los cincuenta años. Aunque se sabe que tiene un componente hereditario, las sospechas están en la dieta, en los alimentos que consumimos y el estilo de vida.

Hay estimaciones que apuntan que entre el 29,3 y el 40,6 % de la incidencia de cáncer, en muchos de sus subtipos, podría ser prevenible con medidas relacionadas con la dieta, el control del peso y la actividad física.

La mala nutrición es un hecho en muchas personas, afectando de manera negativa a los rangos de edad más jóvenes. Se habla incluso de 'viejos prematuros' por esta dieta que abusa de alimentos nocivos (ultraprocesados, bebidas azucaradas, etc.); niños que presentan una obesidad nunca antes vista, organismos que tienen hipertensión y colesterol alto incluso en la infancia. Y, precisamente, el cáncer de colon, por el lugar en el que se manifiesta (el intestino grueso o recto), es uno de los cánceres en los que la dieta está más vinculada.

Tiene distintas variantes o subtipos, apellidos con un desarrollo clínico distinto, y se sabe que es multifactorial (siempre será difícil acusar a una única pistola humeante). Pero los médicos e investigadores tienen bastante claras algunas conclusiones relacionadas con la dieta.

Numerosos estudios apuntan a que determinados alimentos podrían influir en su aparición (como la alta ingesta de grasas saturadas, ultraprocesados y carnes rojas); otros comestibles, en cambio, podrían ayudar a prevenirlo (como los ácidos grasos poli y monoinsaturados de los pescados azules o el aceite de oliva virgen extra, por ejemplo, por su acción antiinflamatoria).

Estudios como el Prospectivo europeo sobre nutrición y cáncer han llegado a la conclusión de que una alta ingesta de fibra, pescado, calcio y vitamina D, se asocia a un menor riesgo de su aparición. El consumo de alcohol, en cambio, lo favorece (entre el 4% y el 5% de los cánceres de todo el mundo están causados por esta sustancia, según la Sociedad Española de Oncología Médica). Ocurre lo mismo con las carnes procesadas y la obesidad abdominal: se han vinculado a un mayor riesgo de padecerlo.

La combinación de estilos de vida saludables (peso normal, no fumar, no consumir alcohol, dieta saludable y actividad física moderada) es la recomendación general para disminuir los factores de riesgo de esta enfermedad.

La humanidad lleva relacionando el cáncer con los alimentos desde tiempos muy antiguos. Y en los últimos años la carne roja, y sobre todo las procesadas, están en el punto de mira. Se ha encontrado un aumento del riesgo del 35% de padecerlo entre aquellos sujetos que consumían más de 160 gramos de carne roja o procesada al día (un filete grande), frente aquellos que consumían menos de 20. En el caso del pescado el efecto aparece inverso: disminuye el riesgo en un 31% entre aquellos que toman 80 gr. al día frente a los de menos de 10 gr.

En el caso del alcohol se ha encontrado igualmente evidencia en la cerveza y el vino: un aumento del 8% entre quienes lo consumen habitualmente (unos 15 gr. al día). La obesidad abdominal es otro de los factores que más influyen en su evolución. Tanto en hombres y mujeres, por cada kilo de peso ganado anualmente entre los 20 y 50 años de edad aumenta significativamente el riesgo de padecer cáncer colorrectal. En realidad, la asociación hoy más importante con esta enfermedad se encuentra en la obesidad.

Las altas ingestas de grasas saturadas y totales también se han vinculado con el riesgo de padecerlo. Los últimos estudios apuntan a que podrían modificar la biología de las células madre intestinales potenciando su capacidad para formar tumores. Incluso se está investigando el papel de la microbiota en la propensión a desarrollarlo.

Estas evidencias llevan a los científicos a considerar que la acción en la dieta (menos elementos pocos saludables y más frutas y verduras, por ejemplo), junto a la actividad física, especialmente al aire libre y moderada, y unos correctos niveles de vitamina D, podrían tener un impacto en la reducción del cáncer de colon.

Los mismos científicos afirman que no se trata de juzgar entre alimentos buenos y malos, sino que lo importante es el patrón dietético que se siga, siempre teniendo en cuenta los hábitos más nocivos (alcohol, tabaco, ultraprocesados, sedentarismo...) y aumentando la actividad física.

Cómo detectarlo

Sus síntomas no siempre son evidentes y fáciles de detectar. Sin embargo, se recomienda acudir al médico cuando se produzca un cambio en la rutina intestinal (diarrea o estreñimiento que dure muchos días), cambios en el color de las heces (más brillantes u oscuras), sangrado, un adelgazamiento anómalo, y cansancio.

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