Traducción inversa

A la búsqueda del embrión perdido

Últimas noticias procedentes de esa factoría de disparates que es la Generalitat Valenciana: Francisco Camps no se conforma con ser el hombre más bien vestido del mundo –y a mejor precio-. También quiere ser el más papista. Se ha propuesto como sea equiparar los derechos de las personas realmente existentes a los de los embriones no nacidos. Como todo el mundo sabe, cualquier espermatozoide pillado retozando en un óvulo ya tiene categoría humana, así que nada más adecuado que revestirlo de derechos, dignidades y carnets de clubs de fútbol. Camps y Juan Cotino, su pío vicepresidente, están dispuestos a que ninguna célula de nuestro cuerpo esté exenta de valores civiles, así que se han puesto manos a la obra utilizando la mejor arma que Dios ha puesto en sus manos: el Diario Oficial.

  Ahora resulta que los valencianos, para solicitar por ejemplo ayudas al libro de texto, pueden considerar como miembro de la unidad familiar al "hijo concebido y no nacido desde el momento de la fecundación" (literal, según el proyecto de orden). O sea, que una embarazada de  cinco semanas, según esto, ya puede incluir a su pequeño feto como hijo real. ¿Y si luego aborta? Eso ni se contempla, claro.

  En fin, amigos, así están las cosas. Con Galileo la Iglesia tardó cinco siglos en retractarse y pedir perdón por haber hostigado a un científico irreprochable. ¿Deberán recorrer los descendientes ideológicos del PP de ahora otras tantas centurias para reconocer que su moral sexual no va a ninguna parte? De ser así, los arqueólogos del futuro van a tener muy buenos motivos para la hilaridad.

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