Traducción inversa

Ahmadineyad y otras metáforas tecnológicas

En los momentos previos a la revolución islámica de 1979, el ayatolá Jomeini, desde su exilio en Neaufle-le-Château, grababa sus discursos en cintas de cassette, que sus partidarios introducían en un Irán convulsionado. Treinta años después, los manifestantes persas que cuestionan el resultado de las recientes elecciones han cobijado su indignación en Twitter. Utilizando los servicios de micro-blogging, los partidarios de Mir Husein Musaví han sabido sortear la censura previa, la interferencia de las señales de televisión vía satélite y el bloqueo de las páginas web para airear las protestas contra Mahmud Ahmadineyad.

   Siempre es cierto que, cuando se cierra una puerta, se abren múltiples ventanas. El Sah no supo calibrar, a finales de los 70, el alcance de las vidriosas palabras de Jomeini  y su feroz mirada teocrática, y por eso cayó.  Ahora mismo no se sabe qué suerte seguirá Ahmadineyad, pero es obvio que no se puede suplantar la voluntad de cambio ni se puede engañar a todos durante todo el tiempo.

  En España, por suerte, también supimos dar una contundente lección de democracia a la altura de los tiempos. En 2004, el gobierno de José María Aznar intentó ocultar las pruebas iniciales que conducían a la autoría islamista del atentado de Atocha. Grupos de ciudadanos indignados usaron los mensajes sms para cercar las sedes del PP y exigir la verdad. La historia acabó bien: Aznar no se presentaba a las elecciones y, sin embargo, fue  ampliamente derrotado.

  Ahmadineyad, Aznar. Estos hombrecillos soberbios como dioses acaban encontrando siempre la horma (tecnológica) de su zapato.

Más Noticias