La trama mediática

Aló, Mohamed

De nuevo, Super Borbón al rescate, blandiendo esta vez un teléfono para poner firme a su travieso ahijado marroquí, que anda liándola en la frontera. En decúbito prono, el editorialista de La Razón aplaudía con las orejas al regio salvador: "Desde 1975 hasta hoy, ha cumplido ejemplarmente con el papel moderador de la jefatura del Estado y ha mostrado la extraordinaria eficacia de la institución, no sólo en momentos difíciles sino en su actividad cotidiana. Don Juan Carlos es el español más universal de su tiempo".

Cosa curiosa, el oficialmente monárquico ABC no gastaba ni la mitad de jabón para lustrar la hazaña. De entre sus picateclas, sólo Hermann Tertsch parecía conmovido. Lean: "La situación es lo suficientemente grave como para que ayer el Rey Juan Carlos considerara oportuno llamar a su amigo el Rey marroquí. Y lo que quizá sea más importante, que nuestro Jefe de Estado creyera necesario hacer público el hecho de la llamada". Pongan cara de admiración y hagan como que se creen que Zapatero pensaba que el monarca estaba llamando a Telepizza.

Galleguito con licencia para matar

Gómez, Jiménez, Lissavetzky... Sí, esos apellidos salen mucho estos días en los papeles, pero son sólo cebos. El nombre realmente importante, según nos revelaba en La Gaceta el profeta de la oscuridad Miguel Durán, es el del ministro de Fomento: "El galleguito aspirante a Vicepresidente (y después ya veremos), el sucesor de Maleni, el del ático de Villa-PSOE, ese que de apellido se llama Blanco y que a muchos nos tiene negros, se ha sacado la licencia de matar controladores".

¿Matar controladores? De momento, siguen vivos, coleando, y en el tajo, para alegría del editorialista de Cope, que celebraba en la misma pieza -se lo juro- que Venezuela y Colombia vuelvan a ajuntarse. Música de violín, por favor: "Nos basta hoy con acoger con satisfacción que, de momento, unas personas, al margen de su relevancia política o sindical, han sabido primar la sensatez y la prudencia al deseo inconfesado de generar fricciones tan innecesarias como peligrosas para la paz".

Y para terminar con el mismo espíritu zen, las palabras de la baronesa Thyssen en El Mundo: "Yo también soy una pobre de pedir". Enternecedor, aunque lo mejor era cuando el entrevistador le tenía que explicar qué es el Gotelé: "Ya decía yo. Ha salido un pintor nuevo y no lo conozco. Me veo todos los catálogos de arte y no sabía quién era ese Gotelé", apostillaba la erudita.

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