La trama mediática

Ellos son la Justicia

La Audiencia Nacional ha absuelto en términos contundentes a los 20 procesados en el sumario Udalbiltza. ¿La Audiencia Nacioqué? Qué sabrán de derecho esos magistrados aprendices. "Nadie ignora que los acusados dependen directamente de ETA y han malversado fondos públicos en beneficio de los asesinos", enmienda la sentencia el jurisconsulto editorialista de La Razón. Con toga de atrezzo, el amanuense oficial de ABC añade: "Lo que sí son es simpatizantes de ETA y amigos del terrorismo. Eso basta y sobra para que, a falta de una condena de cárcel, merezcan la condena moral de la sociedad".

Hermann Tertsch, juez de la horca dialéctica, redondea al alza en el vetusto diario: "Una vez más, cuando algunos socialistas tienen prisa por encontrar abertzales buenos que premiar, se desmorona la jurisprudencia del Supremo que dicta que Batasuna es ETA. Coge fuerza el mensaje gubernamental de los buenos y malos". Peor que eso, viene a decirnos desde El Mundo Federico Jiménez Losantos: "Sólo un rencor inextinguible, una animadversión incondicional, un odio africano pueden explicar esas sentencias malolientes, esas promociones de zascandiles togados, esas levas permanentes de incompetentes y sectarios para los altos tribunales".

Funesta democracia

Y por si fuera poco, eligen para presidir el Constitucional a uno de los de la acera ideológica de enfrente. Tan cabreado está el editorialista de Libertad Digital, que no se da cuenta de lo que dice. O sí: "Una decisión completamente democrática que, sin embargo, pone en cuestión nuestro Estado de Derecho. Y que facilitará enormemente que el tribunal incumpla su propia doctrina aceptando la ley del aborto o que amplíe la desigualdad de los españoles". ¡Pero qué mala es la democracia!

Tan mala, se queja el meritorio Julio Samoano en La Gaceta, que se gastan los cuartos en contentar a las sanguijuelas periféricas: "Si Stalin despilfarró en mármol hasta convertir las estaciones de metro de Moscú en Palacios del Pueblo, ZP derrocha en pinganillos de oro para rebautizar el Senado como el Palacio del nacionalismo".

Escocido por lo mismo, Alfonso Ussía se ponía ingenioso en La Razón y se atizaba toda una columna en un euskera sacado de su sobaquera. Vean: "Senatoriak sozialitak, senatoriak katalanuak, senatoriak komunistuak, ridikuloak aundi. Amá, aitá, amatxo, aitatxo, amona!... Ene maite Tzontzoles!". Traducción libre: Con el Caudillo estas cosas no pasaban.

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