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Los sucesos del Parlament

Desde su reciente eclosión en medio de la campaña de las elecciones autonómicas y municipales, el Movimiento 15-M ha apelado a los medios pacíficos para expresar sus reivindicaciones, la mayoría de ellas, por cierto, bastante sensatas. Ayer se celebraba en el Parlament de Catalunya un pleno de enorme trascendencia, en el que se iba a votar el mayor recorte social en esa comunidad desde la instauración de la democracia. Miles de manifestantes se congregaron en torno al edificio para expresar su rechazo a las medidas, pero en el curso de la protesta se produjeron episodios inaceptables de violencia. Las plataformas más representativas del 15-M condenaron de inmediato esas acciones y se desvincularon de sus promotores, aunque, con toda seguridad, ello no evitará que la derecha y sus medios afines continúen con su infame campaña de presentar a todo el colectivo como una banda peligrosa de maleantes.

El Movimiento 15-M ha adquirido tal dinamismo que quizá deba, en algún momento, buscar fórmulas para reducir los riesgos de que se produzcan agresiones aisladas a la sombra de sus protestas y conservar la simpatía que concita en buena parte de la población. Sin embargo, los sucesos de ayer en Barcelona no deben desviar la atención sobre lo que se estaba dirimiendo en el interior del Parlament: un brutal tijeretazo del Estado del bienestar y, más grave aún, mediante un procedimiento expeditivo que hurtaba el necesario debate de fondo sobre las numerosas medidas incluidas en la ley ómnibus. En otras palabras, más madera para la indignación.

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