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Un candidato muy coyuntural

Mariano Rajoy demostró ayer por qué casi todas las encuestas, por no decir todas, lo catalogan de manera sistemática como uno de los líderes menos fiables del escenario político. El líder del PP ofreció una rueda de prensa coincidiendo con el decreto de disolución de las Cortes y, cosa poco habitual en quien se ufana de impulsar la transparencia, aceptó preguntas de los periodistas. Uno de ellos le preguntó si, en caso de llegar a la Moncloa, revocará la congelación de las pensiones y la reducción del sueldo de los funcionarios aprobadas por el Gobierno de Zapatero y que él, Rajoy, ha denunciado reiteradamente como "los mayores recortes sociales en la historia de la democracia". "Todo depende de cómo esté la situación económica", respondió. Unas palabras que quizá resulten graciosas a algunos de sus incondicionales, pero que producen escalofrío si se considera que quien las pronuncia tiene grandes posibilidades de ser presidente del Gobierno. Por supuesto que el horizonte económico es impredecible, pero ello no puede servir de coartada para cifrar los proyectos políticos a los caprichos del azar. Mucho más imprevisibles que la crisis económica actual eran los mares en la época de Cristóbal Colón, pero no por ello el navegante de Génova (la ciudad italiana, no la calle madrileña) dejaba de llevar una hoja de ruta en sus expediciones. Uno de los elementos esenciales de la democracia consiste en que los proyectos políticos funcionen como un contrato cuyo incumplimiento puedan denunciar los electores. Lo preocupante en el caso de Rajoy es que pretende llegar a la Moncloa sin contrato alguno.

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