Balagán

Hama

Las informaciones procedentes de Hama hablan de decenas de civiles muertos en las últimas horas. El Ejército sirio, que había mantenido la ciudad rodeada desde hace algunas semanas, ha entrado definitivamente con sus tanques y sus ametralladoras. La información que tenemos procede de activistas del interior y no siempre ha sido contrastada por fuentes independientes, entre otras cosas porque el gobierno del presidente Bashar al Asad no deja entrar en el país periodistas extranjeros.

Hama tiene el triste recuerdo de la masacre que allí ocurrió hace tres décadas. En 1982, la ciudad, o parte de la ciudad, liderada por los Hermanos Musulmanes, se levantó contra el régimen de Hafez al Asad, padre del actual presidente, y fue aplastada sin contemplaciones. No se sabe con exactitud cuánta gente murió, aunque se estima que por lo menos fueron 10.000 las personas que perdieron la vida. Además, el Ejército arrasó una parte considerable de su hermoso casco antiguo.

Las protestas que comenzaron en Deraa a mediados de marzo se han extendido a todo el país. Sin embargo, lo más sorprendente es que el régimen mantenga una cohesión sin fisuras aparentes después de todo lo que ha ocurrido. Desde marzo no ha habido grietas ni en el gobierno ni en el Ejército, y esto no se puede atribuir simplemente a la "dictadura" de la minoría alawí. Al contrario, la cohesión muestra que la minoría alawí cuenta con un amplio respaldo de otros sectores de la sociedad, incluidos los sunníes y los cristianos. De otra manera, resultaría difícil explicar que Bashar al Asad se haya mantenido en el poder a pesar de la rebelión.

También es interesante analizar la posición de Estados Unidos, que de mil maneras ha expresado su apoyo a los rebeldes. A estas alturas es obvio que la administración Obama está copiando la doctrina de los neoconservadores de Bush: llevar la democracia al mundo islámico al coste que sea. Desgraciadamente, esta política se ha revelado nefasta en Iraq y Afganistán.

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