Punto de Fisión

Colisionador de ladrones

El mismo día en que le dicen al doctor Diego Martínez Santos, el mejor joven físico experimental de Europa, que no hay sitio para él en España, Bauzá nombra jefa de secretarias a Miss Baleares 2009. Vaya lo uno por lo otro. Para rizar más aun el rizo, este portentoso trasvase laboral sucede sólo unos días después de la muerte de Alfrendo Landa, un actor que vino a expresar como nadie la tragedia y el chiste del españolito de a pie en los años setenta. Landa triunfó no tanto por sus espléndidas dotes interpretativas sino porque supo encarnar como nadie el genio y la figura de una época donde ser español consistía en ser paleto, ser pícaro, ser emigrante, ser espabilado, ser camarero o todo junto.

Hasta que no le empezaron a dar papeles serios, como el del detective Germán Areta en El crack de Garci, Landa no pudo sacar al animal cinematográfico que llevaba dentro. Se dedicaba a hacer reír en esas comedias de pelo en pecho del mismo modo que Diego Martínez Santos, si regresara a España, tendría que ponerse a trabajar de camarero, y eso con suerte. Y no es que esas películas tengan nada malo, lo mismo que tampoco lo tiene hacer reír ni el curro de camarero, al contrario, pero digamos, por decirlo suavemente, que tanto Landa como Martínez Santos aspiraban a otra cosa. No por casualidad fue a Landa a quien le tocó interpretar a Paco el Bajo, el símbolo de todos los explotados en el drama más magnífico y terrible del cine español: Los santos inocentes. Eso sí que era un rústico de pelo en pecho, esclavizado por el eterno señorito español, un paleto como Dios manda. En Europa se frotaban los ojos porque, aunque la película parecía ambientada en los años treinta, si uno se fijaba bien, parecía que la habían hecho ayer o pasado mañana.

Con Mariano el landismo ha vuelto por sus fueros, no sólo el cateto a babor y el vente a Alemania, Pepe, sino también la España de los Pacos y las Régulas, la España de los Azarías y del señorito Iván, que mata a la milana porque estaba quemado, coño, entiéndelo, y porque le sale de los cojones. Un científico premiado en Europa por su trabajo en el colisionador de hadrones quiere regresar a su país y le dicen que se pire, que aquí colisionar, lo que se dice colisionar, coleccionamos ladrones. Que aquí lo que se llevan son obispos, cortijos y peinetas, de Cospedal y de Bárcenas. Que para físico ya tenemos bastante con el de la señorita Verónica Hernández, Miss Baleares 2009, que además cuenta con un currículum periodístico que va de Interviú a la Cope, aunque su principal baza, está claro, es el bikini.

En esta España de charanga y pandereta, devota de Frascuelo y de María, nunca hubo sitio para nada que no fuesen culos, lameculos, Carromeros, tontos de pueblo, hijos de papá y señoritos con escopeta. El talento nunca tuvo mucho que hacer. Pero ojo, que mira cómo acaba el hijo de la gran puta del señorito Iván, que aquí tarde o temprano hasta los tontos de pueblo terminan por hartarse.

 

 

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