Punto de Fisión

Propuestas de bombero para Grecia

Ante el estancamiento de las negociaciones en la Eurozona se hace necesario aguzar el ingenio. La situación de los expertos financieros en Bruselas es similar a la de los ingenieros de la NASA aquel día en que los reunieron a todos urgentemente en una habitación para explicarles que se acababa el oxígeno del módulo lunar del Apolo XIII y que la única solución era encajar unas tuberías de plástico redondas en unas tomas de aire cuadradas. Varios hombres iban a morir ahogados a menos que ellos pudieran cuadrar el círculo con tres o cuatro herramientas, cinta aislante, varios bolígrafos y unas cuantas pegatinas made in USA.

Los expertos financieros de Bruselas cuentan con la ventaja de ser ellos mismos los que aconsejaron el desmadre del déficit griego y con la desventaja de ser expertos financieros en lugar de ser ingenieros. Unos pocos ingenieros se reúnen y se les puede ocurrir una idea genial para sacar agua en mitad del desierto, pero a unos economistas lo máximo que se les puede ocurrir es el modo de gravar el invento con impuestos y privatizar de paso el agua y la arena. Los expertos financieros llevan décadas cuadrando el planeta Tierra al tamaño exacto de una caja fuerte en Suiza. Al módulo lunar griego se le acaba el oxígeno, los cálculos están hechos cien veces, incluso en la pizarra del FMI, y en lo único que piensa la banca alemana es si al menos podrán amortizar una funeraria.

En medio de esa calma chicha de ideas, ha salido Isabel Durán de una de esas tertulias de extremo centro y ha propuesto que Grecia venda una de sus islas para saldar la deuda. Es una ocurrencia mercantil de última generación que Durán debería extrapolar, por ejemplo, al Ayuntamiento de Madrid: que Manuela venda la Castellana a los chinos para pagar la deuda acojonante de dos décadas de pepperoni. Sería fantástico encontrar el Bernabéu asediado de badulaques desde Colón hasta Plaza de Castilla, con la Castellana transmutada en una película de zombis de arte y ensayo para arquitectos. Pero también resulta una solución quirúrgica desesperada, igual que la de aquel montañero que se quedó atrapado en una grieta en medio del desierto y tuvo que cortarse un brazo a cachitos con la ayuda de una navaja multiusos. Los griegos sólo tendrían qué decidir qué brazo se amputan, Ítaca, Creta o Santorini, a la espera de que los alemanes se conformen con una isla de aperitivo, cuando siempre han sido de comerse el continente entero, archipiélagos incluidos. Isabel Durán, no hay que olvidarlo, fue una de las más firmes defensoras de que los perroflautas del 15M fundaran un partido político, a ver cuántos votos sacaban en las europeas. Es decir, que ojo clínico le sobra.

Otra propuesta de bombero fue la de Thom Feeny, quien hace cosa de una semana inició una campaña de crowfunding para que los europeos nos rascáramos un poco el bolsillo y amortizáramos la deuda griega entre todos. Feeny calculó que entre quinientos millones de europeos tocábamos apenas a tres o cuatro euros cada uno, o sea, que podíamos salvar Grecia al precio de un par de cañas. No contó con la ola de calor veraniego y en lugar de los 1.600 millones y pico de euros que se deben al FMI, en ocho días ha recaudado apenas dos millones entre poco más de cien mil personas. Que son, aproximadamente, dos millones más de lo que iba a aportar cualquier gobierno o cualquier banquero, pero que aún queda un poco lejos del monto total de la deuda. Seguiremos proponiendo.

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