Punto de Fisión

Margallo y Guindos: la odisea española

Margallo ha descubierto que en Gibraltar se fuma mucho. Parece que en agosto, con la canícula, sube desde el Peñón una humareda de tabaco que nubla por completo el ministerio de Exteriores. Margallo sospecha que allí hasta los monos fuman, lo cual sería un excelente pronóstico para el cumplimiento de esa curiosa profecía que asegura que, cuando muera el último mono de Gibraltar volverá el dominio español sobre el islote. No parece muy probable por el momento, ya que a los monos se los ve con excelente salud, más o menos como Churchill en su vejez, que fumaba un habano detrás de otro y se bebía hasta el Mistol y al final casi hubo que fusilarlo para que se muriera.

Gibraltar es un clásico de la canción veraniega española y una especialidad del ministro Margallo hasta tal punto que debería encargarle la música a Georgie Dann y la letra a José María Pemán. El año pasado por estas mismas fechas ya advirtió a los gibraltareños "nuestra obligación de controlar a rajatabla el contrabando, el blanqueo de dinero y el tráfico ilícito". Vistas sus últimas declaraciones, hechas ayer mismo, parece que lo del control a rajatabla no ha funcionado mucho, ni en Gibraltar ni en el resto de España, donde la cúpula del PP sigue a la cabeza en el cargo de blanqueo de capitales y en muchos otros delitos fiscales y económicos. Se ve que lo que más molesta al gobierno de Gibraltar, más que la Union Jack, es la competencia.

Casi al mismo tiempo, en el congreso de los diputados, Luis de Guindos se dio un garbeo por Grecia para recordar los peligros del populismo, aunque no explicó si los tres millones de puestos de trabajo que ha prometido Mariano pertenecen al ámbito semántico del populismo o al de la ciencia-ficción. Tampoco terminó de aclarar si el tan cacareado saneamiento de la economía española, con más de cuarenta mil millones inyectados a la banca, lo sacó directamente del monopoly o del fondo de pensiones, porque en sólo cuatro años de legislatura se ha liquidado la mitad de los ahorros de los españoles. A este tocomocho el ministro de Lehman Brothers lo llama "respeto a las reglas" y "política fiscalmente responsable".

Guindos se puso poético, homérico incluso, y habló de "cantos de sirena", una metáfora naval certera pero bastante arriesgada, ya que Odiseo se ató al palo mayor de la nave para sobrevivir al peligro del mismo modo que Mariano nos ha atado de pies y manos a la chalupa alemana de la Unión Europea, que hace aguas a babor y sangre por los cuatro costados. Según la leyenda, que Dante recoge en un canto de La Divina Comedia, Odiseo volvió a salir de travesía y acabó naufragando en las columnas de Hércules, o sea, cerca de Gibraltar, que es donde Margallo se ha puesto a tocar la lira. Mientras tanto, los monos siguen fuma que te fuma.

 

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