Punto de Fisión

Tácticas de ligue en el Congreso

Alguien me contó que, en sus años mozos, la maniobra favorita de ligue de Mariano Rajoy consistía en entrar siempre en el mismo bar de Pontevedra, pedir una copa, apostarse en la barra durante horas y dejar que la geología hiciera el resto. Tímido y silencioso, el joven Mariano no hablaba, no sonreía, no lanzaba guiños ni miraditas cómplices sino que se quedaba bien quieto, aferrado al vaso de tubo, confiado al arte de la paciencia. Tarde o temprano un terremoto acabaría por arrojarle una chica a los brazos. La táctica del pescador disecado no es mala idea siempre que uno espere el tiempo suficiente: al fin y al cabo, un reloj parado acaba por dar la hora exacta lo menos dos veces al día. Lo malo es que que el reloj no se entera.

Este método de verlas venir siempre le ha funcionado a Mariano, aunque nadie, y mucho menos él, sabe muy bien cómo. Todo es cuestión de suerte y de coger la postura. A base de apalancarse en el lugar adecuado y de aguardar impávido los movimientos sísmicos y los accidentes de sus competidores, ha llegado hasta la cúspide más alta de la pirámide política española desde que el dedo de Jose Mari lo señalara. Vistas las otras dos opciones del famoso cuaderno azul -Rodrigo Rato y Mayor Oreja- no fue la peor elección posible. Eso sí, hay momias de faraones que se han movido más en el sarcófago que Mariano en estos cuatro años.

Acostumbrado a su pachorra, su potra proverbial y a la mayoría absoluta, todavía no es consciente de que en el ecosistema del Congreso hace tiempo que concluyó la etapa de hibernación y dio inicio la fase de cortejo. Tampoco acaba de entender que ser la lista más votada no es exactamente igual que ser la chica más guapa del local, aquella que iba desdeñando por principio a todos los pretendientes que se acercaban con el peligro de acabar volviendo sola a casa. En la democracia parlamentaria, como su propio nombre indica, lo esencial es la charla, el ligoteo, los pactos, las propuestas, el quid pro quo, Clarice, tú me dices cosas, yo te digo cosas. Aprovechando su inmovilidad, Pdr Snchz, ya les está haciendo ojitos a Podemos, que con él se dejan, y a Ciudadanos, que se dejan con cualquiera. Puesto a prometer, el líder del PSOE ha prometido que obligará a sus diputados a firmar un código ético que les impedirá dedicarse a actividades privadas. Como cuando en la pista de baile una rubia ya un poco bebida, sin dejar de menearse, se extraía hábilmente el sujetador y lo tiraba contra la muralla de borrachos del fondo en plan ramo de novia.

Apalancado en la barra cual macho alfa, Mariano sigue esperando que el mundo gire a su alrededor, igual que en Pontevedra. También él propuso en su día un código ético pero estaba escrito en papel higiénico. Con un poco de suerte, en un par de días el rey le ayuda a formar gobierno. Mientras tanto, del rincón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase España.

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