En bicicleta por Pekín

China luce sus medallas

Es 24 de agosto, son las diez de la noche y los fuegos artificiales todavía se escuchan desde mi casa en Pekín. Entre la nostalgia anticipada y los recuerdos todavía frescos en la memoria, es hora de hacer balance. ¿Ha pasado China el examen? ¿Han sido un éxito los Juegos de Pekín 2008? El balance ha sido más positivo de lo que yo esperaba:

El triunfo más importante de los organizadores ha sido que no ha pasado nada. Después de los altercados en marzo en Tibet, los problemas en Xinjiang y las reivindicaciones de ONGs y asociaciones pro-derechos humanos, ningún incidente importante ha salpicado la imagen de estos Juegos. La llegada de los periodistas deportivos y el comienzo de las competiciones olímpicas han centrado la información en el deporte y las medallas. Después de todo el ambiente de enfrentamiento que rodeó a los Juegos en los meses previos, la "no noticia" ha sido lo más importante para el éxito de Beijing 2008.

En segundo lugar, China ha mostrado una capacidad organizativa impecable. Se podrán criticar las medidas preventivas o la seguridad excesiva, pero lo cierto es que todo ha funcionado como un reloj suizo. Las instalaciones fueron espectaculares, el tráfico razonable, los autobuses puntuales y los voluntarios amables y eficientes. Todo parecía estar en su sitio. No es nada fácil organizar unas Olimpiadas, que implican una capacidad organizativa descomunal: tres millones de atletas, periodistas y espectadores en Pekín, 75.000 toneladas de equipamiento transportadas, 2.000 vehículos al servicio de los Juegos, 37 instalaciones deportivas principales en funcionamiento, 72 centros de entrenamiento, miles de traductores... Todo esto sin contar el trabajo que se ha hecho antes, como los 145 nuevos kilómetros de metro. El éxito ha sido tan rotundo que casi nadie ha hablado de la contaminación, que al final no ha tenido ninguna repercusión en las competiciones.

En el ámbito deportivo, los Juegos han sido espectaculares. Con Phelps y Bolt como estrellas indiscutibles, ha habido emoción, espectáculo y nuevos récords mundiales. Para China todavía tienen mayor sabor a victoria, porque con sus 51 medallas de oro ha arrasado (Estados Unidos se ha quedado en 36). Aunque los estadounidenses todavía lideran en el total de medallas (110 contra 100), el avance espectacular del equipo chino muestra la capacidad humana y económica de este país.

En cuarto lugar, creo que China ha mejorado su imagen en el mundo (hay que reconocer que no era muy difícil). Con una Ceremonia de Inauguración espectacular, un comportamiento cívico correcto y sonrisas para los visitantes, el país ha mejorado en el tú a tú. China ha intentado dar una imagen amable y amistosa, ha querido seducir. Dudo mucho que haya acabado con el miedo y los recelos occidentales, pero seguro que su imagen general es mucho mejor hoy que hace dos semanas.

Además de todo esto, los Juegos han sido (y serán) un éxito económico y han despertado el orgullo de los chinos por su país. En el primer post de este blog, hablaba del sueño olímpico chino, de ese intento por volver a contar en el mundo y salir de la pobreza. Que los Juegos se hayan desarrollado en un país en vías de desarrollo como China (con 1.300 millones de habitantes y una cultura milenaria casi desconocida en Occidente) es un primer paso para avanzar en el famoso slogan de "Un mundo, un sueño". China tenía muchas ilusiones puestas en estos Juegos y nadie se había esforzado tanto antes para celebrar unas Olimpiadas brillantes. Los Juegos han vuelto a situar a China en el mapa. Hoy es la noche en que la mayoría de los chinos se van a la cama con una sonrisa.

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