Ruido de fondo

España, espejo de democracias

Si Zapatero fuera Hugo Chávez y España fuera Venezuela, el pasado jueves la prensa socialdemócrata habría titulado más o menos así: Zapatero no da su brazo a torcer frente al clamor de la gente. Pero Zapatero no es Chávez y la huelga general ha sido moderada.

Si en Venezuela se hubiera aprobado una reforma laboral como la española, nuestros socialdemócratas la hubieran considerado un capricho más del dictador. El líder bolivariano —habrían escrito— confirma de ese modo su deriva autoritaria, que comenzó con el cierre de medios de comunicación desafectos.

Pero el problema no es que Hugo Chávez cierre medios de comunicación, el problema es que Hugo Chávez está gordo. Aquí nosotros, que tenemos tableta, cerramos en su momento el diario vasco Egunkaria porque escribía en euskera, y Aznar trató de meter en la cárcel a Polanco porque le caía mal, sin que nadie haya sospechado jamás que España padece un déficit democrático.

Lo que no entiendo es cómo tratándose de un dictador, Hugo Chávez ha permitido semejante crecimiento de la oposición en las elecciones del pasado 26 de septiembre. En Cuba, los Hermanos Brother no lo hubieran tolerado. Pero aquí la prensa socialdemócrata lo tiene claro: los opositores a Chávez no han ganado por culpa de un sistema electoral hecho a la medida del dictador. Así lo han dicho. Un sistema electoral en el que un voto no vale un voto.

De eso, de sistemas electorales injustos, nosotros sabemos mucho. En las últimas elecciones el PNV obtuvo una tercera parte de los votos de Izquierda Unida. Sin embargo, la derecha vasca triplica los escaños de la izquierda. Seis votos tienen los tíos, justo los que necesita Zapatero para sacar adelante los Presupuestos de 2011.

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