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Los mercados tienen la palabra

El 19 de febrero pasado, durante una conferencia en Londres, el presidente Zapatero denunció la "paradoja" de que los mismos mercados que han agrandado el déficit de los Estados por las ayudas que han recibido a lo largo de la crisis sean ahora quienes examinen a los gobiernos y los pongan en dificultades con sus exigencias de austeridad. Aquel discurso atrevido no tardó en evaporarse. Siete meses después, Zapatero se reunió en Nueva York con los capitostes de esos mercados para convencerles de la solvencia de la deuda española. Y, ayer, el Gobierno aprobó los presupuestos más austeros de la democracia, con los que espera, en palabras de la vicepresidenta económica, transmitir confianza a los poderosos mercados.

El tiempo dirá si estas políticas restrictivas contribuirán a la reactivación económica y a la creación de empleo en virtud de la confianza que puedan trasladar al sistema financiero internacional. A corto plazo resulta dudoso que lo consigan: el propio Gobierno ha revisado al alza las previsiones de paro para 2010 y estima una tasa del 19,3% para el próximo año, y los recortes en obra pública no ayudarán precisamente a animar la economía. En este escenario de ajuste, constituye un pésimo ejemplo ante la ciudadanía que el tijeretazo presupuestario a la Casa del Rey sea un 40% menor que el de la media de los ministerios, lo que debería rectificarse en el trámite parlamentario. Por el contrario, alivia observar que el gasto social no sufre la poda. Es más, aumenta del 51% al 58% sobre el gasto total, debido, sobre todo, a que los otros capítulos de gasto se reducen. ¿Será ya suficiente para los mercados?

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