Asuntos & cuestiones

Tenemos chica nueva en la oficina

El nombramiento de Soraya Sáez de Santamaría ha sido recibido por los profesionales de la política como una gran noticia. La llaman "mujer de consenso". No sé a qué se refieren porque su discurso es idéntico al del resto de sus compañeros de partido, incluido su antecesor en el cargo el señor Zaplana, del que yo la creía, a juzgar por el énfasis con que siempre le ha defendido, su más ferviente admiradora. Ahora nos dicen que no tiene nada que ver con él. O sea, que no debemos creerla, lo que no parece una condición deseable en una "portavoz".  Es posible que estemos ante una gran profesional capaz de interpretar cualquier rol dentro de lo que conocemos como el pragmatismo político. O, simplemente, que sea muy graciosa en la intimidad, más agradable que el mulato que la ha precedido estos años. También decían de él que en los pasillos era la simpatía personificada, la alegría de la cámara. Yo no sé, creo que este es un caso para el CSI, para gente que sabe muchísimo de matices, porque en sus primeras declaraciones a los medios, concretamente en la COPE, la radio que se caga todo el rato en el señor que la ha nombrado, Soraya se retrató resucitando la teoría de la conspiración, recordando que hay que seguir investigando y que no debe quedar la más mínima duda del tema; y se lo contaba a los que dan las portadas a los terroristas y a sus familiares, para que reivindiquen su inocencia. Pues lo tiene muy difícil. Si lo que quiere es convencerles a ellos, los demás no lo necesitamos, se va a tener que dedicar exclusivamente a ese tema porque, entre otras cosas, han basado su negocio, precisamente, en convertir "la duda" en acusación, y les ha ido muy bien. En fin, que no veo el más mínimo cambio, pero claro, yo no me tomo el café con ella.

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