Balagán

Sanciones

La Liga Árabe adoptó ayer un paquete de duras sanciones contra Siria. Son sanciones eminentemente económicas, aunque las sanciones económicas siempre son políticas, y lo más probable es que perjudiquen a la población civil, una población sobre la que recientemente han caído las sanciones de la UE y sobre la que pesan, desde hace muchos años, las implacables sanciones de Estados Unidos, que han servido para que la situación socieconómica de Siria sea estrictamente muy penosa.

El régimen ha caído hasta un punto tan bajo que es deseable su desaparición, aunque lo que venga después sea probablemente tan oscuro o más que el régimen de Bashar al Asad. El presidente sirio debería dar un paso adelante y abandonar el poder cuanto antes. Esto está claro.

Ahora bien, que Arabia Saudí sea el principal motor de la oposición contra Asad es algo que debería hacernos pensar. El régimen saudí mantiene una clara dispersión entre su población sunní y las demás minorías. Probablemente no hay ningún país árabe donde el sectarismo sea tan acusado. Y esto es algo grave, que no ha pasado en la Siria secular de la familia Asad, al menos en los términos en los que ha ocurrido en Arabia Saudí.

Asad parece determinado a seguir en el poder cueste lo que cueste, de la misma manera que Estados Unidos quiere llevar la democracia al mundo árabe al precio que sea, sin tener en cuenta otras consideraciones culturales, sociales o religiosas. La administración Obama ha acabado por asumir la política de los negoconservadores de Bush, que o eran sionistas encarnizados y se guiaban por los intereses de Israel, o eran octrinariios que nunca habían puesto los pies en la región.

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