Balagán

Campo de tiro

El paisaje de las colinas del sur de Hebrón, en la Cisjordania ocupada, es duro y agreste a más no poder. Allí viven, muchos de de ellos en cuevas, palestinos de escasos recursos que sacan un pobre rendimiento a la tierra mediante rebaños y una sencilla agricultura, rodeados de colonos judíos que residen holgadamente en los asentamientos de la zona.

El martes el Ejército israelí desplazó a un pueblo de la zona, Yinba, a un contingente de soldados, fuertemente armados y con el rostro cubierto para que no se pudieran identificar en las fotografías, con el objetivo de preparar la destrucción del pueblo.

El Ejército israelí proyecta destruir Yinba y otros siete pueblos palestinos para establecer una zona militar de tiro, y no quiere que las organizaciones no gubernamentales extranjeras identifiquen a los soldados que llevan a cabo la operación para evitarse complicaciones legales.

Israel tiene terreno de sobra para habilitar zonas de tiro en el desierto del Neguev, pero la cuestión es ir expoliando más y más los territorios ocupados mientras la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados.

Un grupo de diplomáticos de la Unión Europea viajó el miércoles hasta la zona en cuestión para inspeccionar lo que está ocurriendo sobre el terreno y advertir a Israel que la ley internacional le prohibe destruir los pueblos palestinos.

La visita de los diplomáticos europeos es encomiable pero desgraciadamente este tipo de acciones no han servido para nada en el pasado. Al contrario, el problema con la UE no radica en sus diplomáticos, sino en sus políticos, unos políticos que ignoran sistemáticamente las recomendaciones de sus diplomáticos para no entrar en conflicto con el Estado judío.

Los políticos europeos de primer rango y Bruselas son los mejores aliados de Israel en su expansión constante por los territorios ocupados.

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