Balagán

Dimisión

Nahum Barnea es para muchos el mejor periodista israelí. Escribe en el Yediot Ahronot reportajes y análisis que son de lectura obligada. El viernes publicó un largo artículo en el que citaba a un alto funcionario americano, cuyo nombre no daba, diciendo que el fracaso de las "negociaciones" con los palestinos había que atribuirlo principalmente a Israel, a los asentamientos judíos y al hecho de que Netanyahu, durante los últimos nueve meses de "negociaciones", no se hubiera movido "ni una pulgada" en este asunto.

Ayer Haaretz revelaba que el alto funcionario es con toda seguridad Martin Indyk, el enviado especial de Estados Unidos para el conflicto, y que está dispuesto a dimitir para volver a su trabajo de vicedirector de la Brookings Institution, uno de esos innumerables "centros de estudios estratégigos" especializado en la propaganda y la hasbara.

Indyk ha trabajado para el AIPAC, el principal lobby judío, y para varios "centros de estudios estratégicos" sobre cuestiones relacionadas siempre con Israel. Ha enseñado en universidades y en otros "centros de estudios estratégicos" israelíes. En los noventa formó parte del equipo de la media docena de expertos, todos ellos judíos (es inimaginable que los seis expertos hubieran sido árabes o musulmanes), que el presidente Bush padre nombró para que condujeran el proceso de paz. Y también ha sido embajador en Tel Aviv.

Con este currículo, es natural que no sea alguien de fiar, y que la filtración que ha hecho al periodista Nahum Barnea sea simplemente una maniobra para presentarse como "independiente", lo cual no es el caso ni mucho menos.

Indyk ha fracasado una y otra vez desde hace más de dos décadas, y a pesar de todo sigue estando ahí arriba, lo que es una garantía de que las "negociaciones" no van a prosperar de ninguna manera.

Veremos quién le sucede. Probablemente sea alguien de algún otro "centro de estudios estratégicos" similar, que son plaga en Israel y en Estados Unidos. En cualquier caso, la presencia de Indyk muestra al mismo tiempo que Estados Unidos no tiene el menor interés en resolver el conflicto y que está encantado con la proliferación de asentamientos judíos en los territorios ocupados.

Después de más de dos décadas, las "negociaciones" de paz se han revelado como una trampa y los americanos no parecen dispuestos a cambiar de política.

Solamente la aplicación de la ley internacional puede acabar con el conflicto. Los americanos nunca actuarán en esa línea y los europeos no sirven nada más que para financiar la injusticia y la ocupación a través de sus generosas donaciones a una ficticia y artificial Autoridad Nacional Palestina.

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