Cartas de los lectores

15 de octubre

La indignación de muchos
Hoy millones de personas saldrán a la calle. Se sienten estafados por este sistema que beneficia sólo a unos pocos. Se sienten dolidos porque sólo se mira por el dinero, el maldito dinero. Se sienten inútiles porque no encuentran trabajo, porque no saben ya por dónde buscar; porque no pueden, incluso, mantener a su familia. Y esto ocasiona indignación y acción.
En mi caso no sufro, no padezco, pero sí estoy desilusionada con este sistema porque no me representa. Es un sistema capitalista, avaricioso, sucio y sin escrúpulos. Esta sociedad no es en la que me gustaría vivir, y puedo imaginar una sociedad más humana y más solidaria. Hoy salimos a la calle por nuestro futuro.
Y, como dice Thomas Alva Edison: "Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo".
Blanca Leal Hernández
Sevilla

La solidaridad no es un lujo
en tiempos de crisis
Gane quien gane las elecciones generales del próximo 20 de noviembre, habrá recortes. Si ganan unos, recortarán poco y subirán los impuestos; si ganan los otros, recortarán mucho y a volar. Pero toca recortar. Mucha gente se lleva las manos a la cabeza: sin dinero, ¿podremos seguir siendo solidarios? ¿Podremos seguir preocupándonos por los demás? Es cierto: los medicamentos no se pagan con buena voluntad. Pero sería un gran fracaso que los recortes demostraran que los ciudadanos sólo piensan en los demás cuando tienen dinero y ayudas públicas. Cuando, a fin de cuentas, pueden permitírselo. No: la solidaridad no es lujo. El dinero siempre ayuda, pero no es indispensable.
En mi opinión, hay que hacerse a la idea de que habrá recortes sí o sí. Y también de que la conciencia social de cada uno no quede neutralizada por la falta de dinero. Al contrario, la conciencia social en crisis debe volverse más sensible, consciente y dispuesta. Con o sin ayudas. El gran triunfo de los mercados y los especuladores sería demostrar que, en crisis, sólo los ricos pueden permitirse el "lujo de ayudar". Además, ya sabemos cómo lo hacen la mayoría.
Philip Muller Aguirre
Barañáin (Navarra)

El machismo que persiste
en la sociedad
Se ha denunciado con razón que en las críticas al casamiento de la duquesa de Alba se observa la discriminación por edad, el prejuicio del que más se quejan los europeos, ya que no existen organizaciones aquí, como en Estados Unidos, contra este prejuicio, como contra el sexismo, racismo, etcétera.

Y hay que observar que en esas críticas también hay mucho sexismo, pues se critica mucho menos, o incluso se alaba, al "conquistador" cuando el de mayor edad es el varón. Y cuando es él quien es multimillonario.
Alejandra Brea Romero
Madrid

Félix Romeo, compañero insumiso
El otro día recordábamos en Zaragoza a un compañero insumiso al servicio militar fallecido en la cárcel de Torrero en 1997, en circunstancias indignantes por la negligencia criminal de las autoridades de la prisión: Kike Mur. Leo la noticia del fallecimiento de otro antiguo insumiso maño, el crítico, periodista y escritor Félix Romeo, encarcelado un par de años antes.
Pienso en Kike y en Félix y pienso en todos aquellos chicos. Situémonos: mediados de los noventa, apoteosis neoliberal del final de las ideologías y de la historia; modernización y desarrollismo, con la memoria histórica como recuerdo residual y demodé; cultura, en fin, del pelotazo y pragmatismo rampante. En ese paisaje, varios miles de jóvenes dicen radicalmente "no" a la mili, al Ejército, a los gastos militares, a las intervenciones armadas "humanitarias". Les cuesta caro: enfrentan penas de dos años, cuatro meses y un día de cárcel, y después amenaza de inhabilitación absoluta especial para desempeñar trabajos en la administración. El actual alcalde zaragozano, entonces ministro de Justicia e Interior, recupera para ellos el viejo e intimidante término de la "muerte civil". Los chavales se lo piensan dos veces: el trago de la cárcel, el futuro laboral hipotecado.
Félix, en aquellos años, empezaba a despuntar: era mucho lo que podía perder, y aun así dijo "no". Lo recordaremos en sus escritos, pero también en esa inmortal imagen que debemos a David Trueba, su rostro serenamente orgulloso
–a buenas con su conciencia– y curiosamente feliz en la puerta de la cárcel de Torrero.
Fernando Hernández Holgado
Barcelona

Los problemas del servicio doméstico en España
Lucía Figar cumple la norma al solicitar autorización para contratar a una trabajadora extranjera. El mal está en el Real Decreto 1424/85, de 1 de agosto, que regula el servicio doméstico. No ataja las circunstancias sociales de fondo, absolutamente asimétricas entre las partes: el centro de trabajo es el domicilio familiar por tanto los trabajadores permanecen aislados y son fácilmente ocultables; el empleador es siempre una persona particular, por lo que no hay negociación colectiva, ni es obligatorio el contrato escrito; y se le imponen polivalencia de funciones y dedicación continuada.
Es imprescindible una intervención política de fondo para conseguir una regulación laboral más eficaz, equiparable a la de otros sectores productivos y sometida la autoridad de la Inspección de Trabajo. Tampoco en esta legislatura se ha conseguido mejorar la condición laboral de esta actividad económica, y va ya el enésimo
intento.
Luis Fernando Crespo Zorita
Alcalá de Henares (Madrid)

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