Cartas de los lectores

20 de octubre

Sobre la codicia y la inmoralidad
Ser codicioso en los tiempos que corren debería ser condenado legalmente por inmoral. Podría citar varios ejemplos, pero me refiero al caso concreto de María Dolores Amorós, ex directora general de la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Tras ser despedida y acusada de falsear cuentas en beneficio propio, con un sueldo anual de casi 600.000 euros, ha tenido la desfachatez de solicitar la prestación por desempleo para cobrar unos 1.400 euros al mes.
Me parece una falta de respeto total hacia todas las personas, hombres y mujeres en desempleo, que no tienen para alimentar correctamente a sus hijos ni para vivir dignamente. Una falta de respeto hacia una sociedad que se busca la vida día a día y que está ya muy harta de ladrones, corruptos, banqueros mafiosos y políticos vacíos y ajenos a la realidad social. Ya está bien de tanta poca vergüenza y de tanto insulto a la ciudadanía.
Gema Anguera Garrochena / Sevilla

Una cosa son los que mandan
y otra los que tienen el poder
Entre los partidos que se presentan el 20-N, hay opciones a quienes no se les deja hacer bien las cosas y otras que hacen las cosas mal, con toda la intención, para mantener los privilegios de las clases dominantes (banca, empresas farmacéuticas, petroleras, imperios armamentísticos...), que son las mismas que les ponen todas las trabas posibles a los primeros para que no puedan hacer las cosas como quisieran.
Porque es obvio, y lo estamos padeciendo con los mercados, que una cosa son los que mandan y otra quienes tienen el poder y, cuando las dos cosas coinciden en su conservadurismo, el cóctel que se forma es el más perjudicial y el más alejado de una sociedad justa y solidaria.
Manu Ballesteros Rodríguez
Bilbao

Propuestas constructivas
para reactivar la economía
Propongo una ley que permita a los hipotecados ampliar el plazo de su préstamo hasta un máximo correspondiente con los 70 años de edad. Esta ley, que conllevaría una reducción de las cuotas mensuales, no tiene por qué perjudicar gravemente a los bancos, que seguirían ganando dinero, aunque a menor ritmo. La economía se reactivaría al propiciar un mayor consumo y la tasa de morosidad se reduciría, con lo que se evitarían muchos de los inmorales desahucios que vemos cada día.
Acompañaría esta ley con otra que defendiese la dación de pago, permitiendo que los hipotecados pudieran cancelar su crédito por completo entregando su piso al banco. Esta ley es necesaria para que haya un mínimo de justicia en estos préstamos, y con ella las entidades se cuidarían mucho de sobrevalorar cualquier inmueble o de especular con su precio, evitándose así sobresaltos futuros.

Es posible que los bancos (y los políticos que los defienden) sean reacios a ambas leyes. Por eso la campaña electoral es el mejor momento para proponerlas: para que no dependa de ellos, sino de los electores, su hipotético nacimiento. Con estas medidas se propiciaría una mayor justicia social, se limitaría seriamente la especulación inmobiliaria, se estabilizarían a la baja los precios de los pisos (haciéndolos más accesibles), se conseguiría que los bancos fuesen útiles para la sociedad y se reactivaría el flujo monetario, hoy estancado por el carácter global de la crisis y por el empeño de los más ricos en seguir ganando a cualquier precio el máximo beneficio.
Pablo González Caballero
Madrid

Una vez más, en clave
de revancha ideológica
Quiero creer, aunque me cuesta, que la decisión del Ayuntamiento de Elche de desentenderse del legado del poeta Miguel Hernández obedece a los consabidos recortes presupuestarios en una ciudad que, entiendo, va sobrada de ciudadanos ilustres. Aunque me temo que estamos asistiendo a un episodio más del ímpetu revisionista donde podemos también incluir el desliz del Ayuntamiento de Méntrida con el extemporáneo homenaje a los "caídos por Dios y por España", lo que me induce a pensar que aquellos que heredaron una "camisa nueva" están esperando "cara al sol" la ocasión para seguir un ignominioso y excluyente guión en clave de revancha ideológica. Tomemos nota.
Francisco Javier España Moscoso
La Navata, Galapagar (Madrid)

La indignación, por fin,
es global
No nos puede asombrar que se movilice la ciudadanía de centenares de ciudades de los cinco continentes. Muchos bancos son recapitalizados con dinero público mientras restringen al máximo el crédito y reducen al mínimo el interés de los depósitos. Muchas empresas transnacionales deslocalizan sus factorías para recalar en países donde se trabaja 12 horas diarias y la protección laboral es mínima o inexistente. El obsceno maridaje entre cúpulas de partidos, lobbies financieros y corporaciones, desfalcos, fraude y evasión fiscal de los más ricos, sicav, laminación o reducción de los presupuestos para educación y sanidad públicas, congelación de pensiones, reducción de sueldos públicos y privados con aumento de número de horas de trabajo, congelación de pensiones, inquietante endeudamiento con elevado déficit del Estado, deudas abultadísimas de las familias, desahucios, el aumento del desempleo, la rescisión creciente de contratos y su precarización, la imparable degradación del planeta y sus recursos... son motivos suficientes para una insurrección a gran escala.
La rebelión espontánea de los más débiles puede ser el inicio del ocaso de la plutocracia.
Agustín Arroyo Carro
Madrid

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