Cartas de los lectores

23 de agosto

Información innecesaria
Todavía estaban llevando a cabo la mayoría de autopsias a los fallecidos en el accidente de avión de Barajas cuando en la mayoría de cadenas de televisión, en su programación de la tarde, se recreaban sin ningún pudor
en lo más sensacionalista de la tragedia.
Comenzaron a contar historias personales que pretendían mostrar el contraste entre una vida feliz y la muerte en cuestión de segundos. Información totalmente innecesaria, puesto que ya nos imaginamos que la mayoría de la población, independientemente de su situación personal, no deseaba morir en un accidente de avión.
En algunas imágenes se veía además cómo algunos periodistas perseguían sin ningún respeto a todo el que tuviera aspecto de familiar de alguna víctima. Por fortuna, casi todos se negaron a hacer declaraciones.
También se iniciaron debates que se pretendían resolver las causas del siniestro, pero con informaciones sin contrastar y centrándose en los aspectos más morbosos. Muchas cadenas de televisión muestran permanentemente su hipocresía pretendiendo diferenciar dos tipos de tratamiento: uno supuestamente serio, en los informativos de mediodía y de la noche;
y otro más sensacionalista, en el que se saltan completamente el rigor. Como si ambas visiones no estuvieran dirigidas por el mismo grupo empresarial.
Manuel Peris Vidal / Valencia

Gente sin corazón
¡Serán considerados los componentes del Comité Olímpico Internacional! Han prohibido a los españoles portar brazaletes negros en señal de duelo por los fallecidos en Barajas. Estos octogenarios acostumbrados al dinero fácil no tienen corazón.
Pero me pregunto qué habrían hecho si las Olimpiadas de China hubiesen coincidido con el atentando de las Torres Gemelas de Nueva York o los ocurridos en el metro de Londres. ¿Hubieran prohibido a los americanos o ingleses llevar lazos negros? Seguramente no. Es más, si esto hubiese ocurrido en China, estoy seguro de que hubieran permitido lo que hubiera hecho falta. ¿Acaso no les han otorgado unas olimpiadas a pesar de ser una dictadura feroz?
Dicen: "Las normas son las normas". Las normas están para cambiarlas. Menos mal que los deportistas españoles han demostrado tener decisión y algunos se han puesto el lazo negro.
Gente inhumana e insolidaria: ¿es este el espíritu de las olimpiadas? ¿No podrían alterar las normas dejando que el país que sufre una catástrofe enarbole su bandera a media asta en la ciudad olímpica y permitir a sus atletas portar algún símbolo de luto y dolor? No, no podrán, porque es gente sin corazón
Paco Garoz Fdez. de Soto / Madrid

Ahora el zumo es malo
Siempre se ha creído que es malo mezclar medicamentos con alcohol y tomarse antibióticos con leche porque esta eliminaba sus efectos.
Ahora, los expertos nos aseguran también que no es conveniente mezclar algunos medicamentos con zumos de frutas. Entonces, ¿cuántas veces nos habremos tomado medicinas que no nos han servido para nada? De momento, el agua es el único elemento líquido fiable para tragarse las pastillas que nos ayudan a mantener la salud y la vida. Parecía que los zumos iban bien para todo, pero no es así. Y menos, los zumos de caja, que en su estado ya no contienen propiedades saludables y son poco mejores que un refresco.
La salud importa y no se para de investigar en modos y costumbres de vida saludables. Ahora nos enteramos de que las grasas marrones son buenas contra la obesidad, pero el problema es que sólo las tenemos de recién nacidos. Luego se convierten en grasas blancas
y estamos abocados al sobrepeso. Lo contrario al cerebro, que nace blanco y puro y luego se convierte en marrón, gris u obscuro.
Antonio Nadal Pería / Zaragoza

¡Feria sí, ruido no!
La Feria de Alcalá, que se celebra a finales de agosto, tenía en su origen una función eminentemente agrícola.
La llanura ribereña del Henares acogía la feraz huerta complutense, y un poco más allá la campiña, cerealista y ganadera, proveía de pan y carne a propios y ajenos. Además, Alcalá siempre fue ciudad de paso y un marco inmejorable para el intercambio de mercancías, de ideas (con la Universidad Cisneriana, la Biblia políglota, Cervantes o Azaña...) y de silencios (Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola...).
Durante mucho tiempo supimos conservar la tradición para el diálogo, la negociación, el acuerdo y el respeto al prójimo, y hasta finales de los años sesenta mantuvimos la Feria anual, a la que acudían ganaderos, labradores, industriales y menesterosos de toda España, y hasta de la Francia, como se decía entonces.
La especulación urbanística, la más canalla de las habidas en Madrid, cementó las huertas y también el secano. La Feria se ha convertido en una actividad ingobernable, en manos de empresas privadas al servicio de intereses ajenos a la ciudad, donde el Ayuntamiento se limita a pagar las facturas.
En el mal llamado Recinto Ferial, a un tiro de piedra del centro urbano, declarado Patrimonio de la Humanidad; al pie mismo del Archivo General de la Administración del Estado, que custodia documentos históricos irrepetibles, se amontonan el campamento ocasional de los feriantes, que evacuan las aguas sucias a cielo abierto, las fritangas de entresijos y gallinejas, los pollos asados con legaña, el botellón ininterrumpido y generosamente subvencionado de las peñas, un laberinto de cables eléctricos por los suelos e inconcebibles artilugios mecánicos, realizando torpes y repetitivos movimientos
que se suponen excitantes y divertidos.
Y además de todo ello: el ruido; un pandemonio inaudible, inhumano, embrutecedor durante las diez noches de nefanda fiesta.
Luis Fernando Crespo / Alcalá de Henares (Madrid)

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