Cartas de los lectores

03 de diciembre

No insista, señor Aznar
El pasado 22 de julio de 2006 decía usted que los que le criticamos por la foto de las Azores lo hacíamos por envidia. Se equivocaba usted en aquella fecha y se sigue equivocando ahora cada vez que abre la boca para decir alguna barbaridad a estas alturas de la historia.
En 2006 nos avergonzamos de un presidente que nos comprometió en una guerra ilegal, que fue la consecuencia del mayor atentado terrorista de toda Europa. Le criticábamos porque gobernó usted de espalda a la opinión del 80% de los españoles que estábamos en contra de la guerra de Irak.
Y se merece que le critiquemos también, con toda contundencia, por afirmar públicamente que nadie le tiene que decir a usted las copas de vino que tiene que beber, ni tampoco a la velocidad a la que tiene que conducir por una carretera después de haber bebido. Estas declaraciones no les hacen ninguna gracia a las víctimas de accidentes de tráfico.
Y, por último, tenemos que criticarle ahora también por haber ocultado a los españoles los vuelos de la CIA con prisioneros camino a la cárcel de torturas de Guantánamo, ya que no sólo los conocía, sino que tenían el visto bueno de su Gobierno.
Joaquín García/ Madrid

No tenemos arreglo
Los gobiernos y empresas están preocupados; los trabajadores, asustados. Y es que estamos metidos en un buen lío. Gobiernos, empresas y economistas están pegando palos de ciego para salir de la crisis, porque, reconozcámoslo, nadie tiene una idea clara de cómo salir del atolladero.
Ahora, en este momento crítico, es cuando deberíamos plantearnos una alternativa sostenible al actual modelo de desarrollo; una alternativa más acorde a los equilibrios que la naturaleza necesita para su estabilidad.
En estos momentos de premura y ansiedad ante la crisis nadie se acuerda del problema medioambiental. Ahora, todas las energías de gobiernos y poderes económicos se centran en salvar el sistema, es decir, en volver al desarrollo salvaje, al consumismo desbocado y, por tanto, al agotamiento y asfixia de la naturaleza y sus recursos vitales. No tenemos arreglo.
Pedro Serrano/Valladolid

Becarios o licenciados
Tal y como está el mercado laboral, ¿merece la pena finalizar unos estudios universitarios o dejarse algunas materias para poder seguir siendo becario?
En junio del año pasado, mi hija finalizó su licenciatura en una universidad pública madrileña con una nota media de 8.83, pero ha sido rechazada en algunas empresas porque "no es becaria". ¿Qué es ser becario hoy en día? Se supone que es estar en los últimos años de carrera, por lo que tienes posibilidades de acceder a puestos en algunas empresas gracias a convenios con las universidades. Está bien, pero ante este panorama, ¿no se está incentivando no finalizar los estudios?

Si hace años, para competir en el mercado laboral, un recién licenciado se encontraba con la competencia de los alumnos que realizaban un máster, ahora se añaden los becarios universitarios, que alargan sus estudios para poder seguir trabajando. De este modo, un recién graduado queda al margen.
Andrés Sánchez/Madrid

Negligencia paternal
Sugerente título para reflejar una tragedia. Sugerente para quienes confunden negligencia con violencia y para aquellos que hacen de las tragedias un negocio y un espectáculo.
La desgraciada muerte de un niño de 6 años por negligencia de su madre, que lo deja a su suerte de madrugada solo en casa, me recuerda el desafortunado enfoque de la DGT cuando mezcla negligencia con maltrato y con violencia doméstica, y que además pone en entredicho al género masculino.
Un lamentable suceso nos da una lección. La negligencia no es violencia, pero sí es igual de repugnante. Máxime cuando hay menores de por medio. La violencia y la negligencia tampoco son patrimonio en exclusiva de un género en concreto, sino de algunas personas.
Tan negligente puede ser una madre como un padre. Y retratar como únicos maltratadores/negligentes a los padres no representa la realidad del mundo, pues en ambos sexos se cuecen habas.
Cristina Tenas/Mallorca

Y ahora... el consumo
De todos es conocido lo poco que se puede sacar punta a la situación económica actual, pero hay algunos que sacan pecho por la ya escuálida tasa de inflación (en torno al 2,4%) y lo que se puede haber aliviado el déficit exterior (o balanza por cuenta corriente), debido precisamente a una menor importación de bienes y servicios (posibilitado por una caída de la renta nacional disponible).
Pero el trasfondo de lo arriba explicado es bastante más desolador de lo que a simple vista parece. La escasez de pedidos, o de consumo, y el aumento o mantenimiento de los costes de producción –unido a unos costes financieros desorbitados– están estrangulando a las empresas debido, básicamente, al estrechamiento de los márgenes comerciales (por la caída de precios).
Por tanto, a medida que los precios vayan desacelerándose (como consecuencia de un menor consumo) y si eso se mantiene en el tiempo, pondrá a muchas empresas en la tesitura de hacer un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) inicial, un cierre temporal de parte de su actividad o incluso un cierre total. Esto ya se ha producido en sectores como el inmobiliario y el de automoción.
Así que ojo con la alegría desmedida de algunas personas por la bajada de precios.
Antonio Casterá/Valencia

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