Cartas de los lectores

13 de diciembre

Adiós, Schuster
El cambio de entrenador en el equipo de fútbol madrileño ha sido, rememorando la famosa novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, crónica de un relevo anunciado. Y es que desde el mismo inicio de la presente temporada –parece ser que con premeditación y alevosía por su parte– el técnico alemán no ha dado pie con bola y ha creado un ambiente, dentro y fuera del vestuario, que se podía romper con un cuchillo.
Sin duda que, su soberbia y prepotencia, que ya apareció en su anterior época de jugador, ha tenido mucho que ver en este fracaso deportivo.
Su última salida de tiesto, ante el clásico en ciernes,
ha resultado ser el detonante que le ha cavado su propia tumba al afirmar, categóricamente y a los cuatro vientos, que es imposible ganar al equipo azulgrana.
Menos preocuparse de los demás rivales y más trabajar eficazmente con los suyos que, a este paso y si le hubieran dejado más tiempo, era capaz de dejar sin identidad ni estilo alguno a uno de los mejores equipos del mundo.
Miguel Sánchez /Zaragoza

Sentencia desmedida
Supongo que, al socaire de la conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a muchos de nuestros magistrados se les ha avivado un exacerbado instinto de protección a favor de la infancia.
No se puede entender de otra forma una sentencia que condena a una señora a 45 días de prisión y a un año de alejamiento de su hijo, al que pegó después de que este le tirase una zapatilla.
Desde el acatamiento y respeto a las decisiones judiciales, pero desde la libertad de expresión y el lícito desacuerdo, opino que este tipo de sentencias ayudan a que veamos a la Justicia como un auténtico dislate, como un esperpento que deja fuera de juego al sentido común.
Yo, que me crié en una época en la que el sopapo estaba a la orden del día, no puedo compartir una condena cuyo efecto ya está siendo más doloroso y negativo que el comportamiento que trata de corregir. Si llamamos
a las cosas por su nombre, no dudo en apuntarme a ese carro de hombres y mujeres
de bien que piensan que –entre todos– hemos creado una legión de pequeños dictadores dentro de los hogares y que asuntos como estos no hacen, si cabe, más que afirmarlos en su pretensión de que estemos a sus pies, sea como sea y a costa de lo que sea. ¿Eso es justo?
Juan Carlos Pérez /Sevilla

Sobre la democracia sin tapujos
Aunque nos quieren hacer creer lo contrario escenificando una confrontación histriónica que poco tiene que ver con filosofías o políticas, lo cierto es que el bloque Partido Popular-Partido Socialista representa el sostén político del capitalismo y del nacionalismo español. Es un bloque perfectamente cohesionado y supone la única alternativa de voto para la inmensa mayoría de los españoles. A mi modo de ver, la democracia debería ser el régimen político que permitiera decidir a la ciudadanía entre diferentes modelos económicos –capitalismo o socialismo–, y diferentes modos de relacionarse con el Estado central –comunidades autónomas o Estados asociados–.
Además, un régimen democrático debería fomentar la participación ciudadana de una manera efectiva a través de consultas frecuentes sobre asuntos importantes para la convivencia y mediante un movimiento ciudadano eficiente, capaz de movilizarse en proyectos encaminados al desarrollo del empleo, la vivienda, la defensa, la cultura y el deporte.

Mario L.Sellés/Madrid

No debe ser en vano
La muerte de Álvaro Ussía podría haberse evitado si las autoridades hubieran aprobado normas que regularan las condiciones de apertura y funcionamiento de discotecas y bares.
Por este motivo, pido a las autoridades que faciliten las denuncias, vigilen a qué
lugares de ocio dan licencia de apertura y se aseguren
de su correcto funcionamiento y, si es necesario cambiar
la ley o endurecer las penas, que lo hagan.
Laura Rodríguez/Logroño

Al violento
Vivimos en una sociedad enferma, en la que la violencia parece haberse convertido
en una forma más de comunicación.
Somos testigos de cómo menores y adultos hacen uso de ella para, quizás, canalizar su ira, sus miedos y frustraciones, creyéndose liberados por servirse de este arma.
El otro día desayuné con la liberación de un seguidor de un equipo francés al que su violenta actitud en un partido en España le había llevado a ser condenado a tres años y seis meses de prisión.
Sorprendentemente, ha
sido eximido de la pena
pagando una nimia cantidad y recibido en su ciudad, a la que llegó a bordo de un jet privado fletado por el equipo del que es hincha, como un verdadero héroe.
Es cuanto menos vergonzosa la postura del club, porque, lejos de mantenerse al margen de tan deshonrosa actitud, pone a disposición del violento seguidor todos los medios para hacer de él un héroe que llega victorioso mostrándose como víctima de unas leyes que sancionan y juzgan a personajes tan respetables como él.
Izaskun Fernández /Girona

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