Cartas de los lectores

29 de diciembre

¿Somos iguales ante la ley?
¿Alguien nos puede explicar qué credibilidad pueden tener los ciudadanos de un país en el que los corporativismos, las creencias religiosas y las ideologías políticas están por encima de los valores de la ley de un pueblo de la que emanan todos los demás poderes del Estado?
En un Estado de Derecho todos los ciudadanos somos iguales ante la ley y todos tenemos derecho a tener nuestras ideas políticas, religiosas o no creyentes. Los jueces no son, de ninguna manera, una excepción. Pero cuando sus señorías se ponen la toga, sus ideas y sus creencias, sean del signo que sean, las deben colgar en las puertas de los juzgados y utilizarlas sólo cuando dejen de ejercer la profesión de juez por la que se les paga un salario.
Hay un refrán que dice que la Justicia tiene que entrar por casa para ser creída; el resultado del veredicto de la mayoría del Consejo General del Poder Judicial en el caso de juez Tirado no me parece la más lógica para que la justicia goce de credibilidad.
¿Alguien puede entender que la infracción cometida por un juez por su negligencia en el ejercicio de su profesión contra un pederasta que provocó la muerte de la niña Mari Luz Cortés sólo se sancione con 1.500 míseros euros de multa?
Si el legislador no modifica la ley para acabar con la inmunidad corporativista de algunos sectores de la Justicia, es posible que los ciudadanos del que emanan todos los poderes del Estado dejemos de creer en la Justicia de nuestro Estado de Derecho.
Joaquín García Mayo / Getafe (Madrid)

Sindicatos
No es una inocentada: es posible que nos haya caído a casi todos el Gordo, y por una cantidad muy superior al del sorteo.
Porque es evidente la influencia que tienen para todos los asalariados, directa o indirectamente, las condiciones que alcanzan a fijar los sindicatos, máxime en tiempos de crisis.
Y todos sabemos hasta qué punto –hasta en su elocuente silencio– fallaba en esto el principal sindicato, Comisiones Obreras.
Pero, contra todo pronóstico, la rebelión contra su pésima gestión ha hecho que cayera el que tan férreamente lo mandaba, y el nuevo dirigente ha reconocido el problema existente y prometido luchar por mejorar la situación.
Si cumple, y si nosotros colaboramos un poco para ello, esto equivaldrá para casi todos a que nos haya tocado un Gordo mucho mayor que el de la lotería.
F. Gomis Mas / Barcelona

Despilfarro energético
En estos días en que nuestros termómetros rozan las mínimas del año, la mejor manera de no pasar frío es ponerse en mitad de cualquier calle comercial. Seguro que de las puertas de los establecimientos, que estarán abiertas, saldrá una agradable y continua bocanada de aire caliente. Así estaremos, en pleno diciembre, al aire libre y tan ricamente con un aire aproximadamente de 30 grados que nos evoca aires estivales.
Al mismo tiempo, el otro día leí que se había batido el récord de consumo energético uno de los días de frío intenso por el uso de aparatos calentadores de toda índole. En mitad de la crisis actual y de la supuesta política por la independencia energética, ¿tienen relación estas dos realidades?

Exactamente lo mismo ocurre en los meses de verano. Además, lo de tener puertas y ventanas abiertas mientras se usan aparatos de frío-calor también ocurre en otros edificios, muchos de ellos pertenecientes a la Administración Pública.
Consumidores y administrados, ¿toleramos todo esto? ¡Regulación ya!
Yago de Miguel García / Sevilla

Problemas lingüísticos en Praga
Praga está tomada por españoles, pero España apenas se nota.
Y es que, una vez más, podemos constatar el poco empeño que tenemos los ciudadanos ibéricos por aprender todo aquello que no sea el romance paladino, que es como el castellano entiende a su vecino.
Y así nos ponemos muy patriotas, pero no hacemos patria; es decir, no nos dejamos querer. Allá donde vamos reprochamos al autóctono su desconocimiento de la lengua de Cervantes, como si al aborigen le pudiera importar algo cómo se dice paleto en castellano.
Viajar a Praga te pone en la perspectiva correcta desde la que hay que analizar el problema lingüístico que tanto nos ocupa y perturba en este nuestro reino Borbón.
El catalán y el vasco ya han aprendido hace tiempo el idioma común del Imperio y lo hablan divinamente, que da gusto oírles lo bien que lo hablan.
Ahora sólo falta que los castellanos se animen a abandonar su milenaria cerrazón mesetaria y aprendan, si no a hablarlos, al menos a respetar los idiomas de sus hermanos periféricos.
El día en el que los castellanos se puedan hacer entender en el resto del mundo –Euzkadi y Catalunya incluidas– podremos celebrar su ascensión a la última fase evolutiva de la especie..
Mario L. Sellés / Madrid

No era la resaca
Me levanté tarde el día después de Navidad, con lengua de suela y runrún en la cabeza, puse el aparato de radio y la primera frase que oí fue: "En épocas de bonanza gobierna cualquiera".
Como su pronunciante era Mariano Rajoy (vicepresidente del Gobierno de José María Aznar en plena época de vacas planetarias gordísimas), me entró la duda.
¿Habré oído bien o será efecto de la típica resaca navideña?
Había oído perfectamente (y José María Aznar supongo que también).
Enrique Chicote Serna / Arganda del Rey (Madrid)

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