Cartas de los lectores

16 de mayo

En defensa del funcionariado público
Tras licenciarme en Derecho decidí que quería opositar, no "para tocarme las narices", como la mitología popular mantiene, sino porque me parecía más digno trabajar al servicio de los ciudadanos. Desde entonces he tenido la suerte de trabajar con grandes profesionales que creen en su trabajo y que no andan escaqueándose, como también la mitología popular mantiene. En estos años, funcionarios que no llegan a mileuristas hemos tenido congelaciones de salario, subidas mínimas.
Y ahora se nos reduce el sueldo. Parece que tenemos la culpa de la crisis. A los que nos critican tanto, les animo a que entren a formar parte de la Administración. El secreto es sencillo: prepárense una oposición, no hay trampa ni cartón. Y mientras tanto, por favor, déjennos trabajar y dedíquense a criticar a los verdaderos responsables de esta crisis: los de siempre, los que se enriquecen a costa de otros.
Ana Barrera / Funcionaria 

El ‘decretazo’ de Rodríguez Zapatero
Bajada de sueldo de empleados públicos; reducción de ayudas para personas dependientes; menos subsidios para medicamentos; congelación de las pensiones; y eliminación de las ayudas a la maternidad. Recortes sociales por todas partes y, además, aprobados de la manera menos democrática: sin pasar por el Parlamento y por la vía del decreto.
¿Pero Zapatero no había prometido que con él nunca habría decretazos? ¿Y no había asegurado tantas veces que nunca recortaría el gasto social? La realidad es que estamos ante el mayor recorte de derechos sociales en 30 años de democracia y con la credibilidad de Zapatero sencillamente por los suelos.
María Calvo / Sitges (Barcelona)

Esto es un verdadero fraude a los pobres
Serán las personas que tienen un sueldo para ir tirando quienes pagarán con impuestos directos o indirectos los latrocinios de los especuladores. Todo esto es acorde con las políticas de la Europa de los Mercaderes gobernada por la derecha y que sólo se identifica con el pueblo cuando le exige que se apriete el cinturón.
El PP, por su parte, sigue quejándose de las medidas que ellos mismos llevan clamando desde hace tiempo. Los sindicatos deben de estar estudiando una gran huelga general, no se sabe bien si de un cuarto de hora o de diez minutos, para atemorizar al Gobierno y presionar a Díaz Ferran, brillante empresario de la era postburbuja inmobiliaria dispuesto a llevarnos de viaje a otra tomadura de pelo: hacia la congelación de pensiones, el fin del cheque-bebé, la bajada de sueldos de funcionarios...
Manuel Salvador Bastazo Navarrete / Málaga

La deconstrucción de la Unión Europea

Como si de un moderno plato de la nouveau cuisine se tratara, ahí la tenemos, sus elementos sueltos para que el comensal se sirva a gusto. Sírvase deuda griega, española, portuguesa o alemana, al 5% o, más tarde, a lo que usted pida. No importa el sacrificio que tengan que hacer los trabajadores, funcionarios, pensionistas y jóvenes de esos países.
Me acuerdo de las crisis anteriores, cada una distinta pero igual: pagamos otra vez los mismos.
Esta crisis se va a cobrar una víctima, el euro y, de paso, la Europa del euro. Si se quiere construir una Europa unida, hay que comenzar por los cimientos: Maastricht, Roma y Lisboa. Hay que empezar de nuevo, de otra manera. Aprended la lección, cocineros europeos, y no caigáis otra vez en la trampa del caballo de Troya: el capital no tiene país, ni sentimientos, ni piedad.
Antonio Ortiz Ortiz / Sevilla

Otra vez hemos vuelto a perder la batalla
"En el día de hoy, vencido y desarmado el Ejército rojo"...
Hoy siento una tristeza parecida a la que debió de sentir mi abuelo –combatiente republicano que meses más tarde fue sacado de su casa, torturado y desaparecido– cuando oyó esas palabras, porque el pasado miércoles los que perdimos la guerra volvimos a ser derrotados. Primero, a Garzón se le abrió juicio oral contra todo pronóstico, como si fuese un peligroso asesino sólo por querer ayudar a las víctimas del franquismo, y después por fin los mercados lograron romper la espalda a Zapatero obligándole a adoptar una serie de medidas que él nunca deseó tomar. Mientras, los que vencieron se frotan las manos de alegría y se dan palmaditas en la espalda los unos a los otros, felices y contentos porque otra vez han puesto a los humildes, a los que deseaban sólo un poco de justicia social, a ras del suelo.
José María Rodríguez 

A qué renunció cada parte en la Transición
Últimamente se nos viene diciendo de forma machacona que durante la Transición ambos lados tuvieron que renunciar a parte de sus posiciones para poder alcanzar un acuerdo que hiciera posible la democracia. Yo, por más que trato de averiguarlo, no acabo de ver a qué renunció una de las partes.
Sé que lo que entonces se llamaba oposición al franquismo renunció a la formación de un Gobierno provisional; al referéndum sobre la forma de Estado –monarquía o república–; a la bandera republicana; a la depuración inmediata de los cuerpos represivos; a la reforma en profundidad del sistema judicial; a un sistema electoral realmente proporcional; a la separación efectiva de la Iglesia y el Estado; a la supresión de privilegios en la enseñanza religiosa; a la consolidación de una banca pública; a la formación de una auténtica televisión pública; al control de sectores estratégicos de la economía...
¿A qué renunció la otra parte? ¿A la dictadura franquista? Porque, claro, si dicen que a consecuencia de la Constitución de 1978 tuvieron que renunciar a algo, tendrán que especificar a qué principios e intereses renunciaron. Supongo que no querrán decir que por ellos hubiéramos continuado con las inmutables leyes fundamentales del movimiento o cantando el Cara al sol en el patio de los colegios.
Pelayo Molinero Gete / Coslada (Madrid)

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