Con negritas

Un desencuentro político sin miramientos

En su asalto a Caja Madrid, ESPERANZA AGUIRRE viene tratando a ALBERTO RUIZ-GALLARDÓN con un insultante desprecio. Ese desdén se puso de manifiesto por última vez a propósito del acuerdo que la Comunidad, IU, la federación de banca de CCOO y un grupo de impositores suscribieron recientemente. El Ayuntamiento fue excluido de las negociaciones, y sólo se le invitó a sumarse a ellas cuando estaba todo atado y bien atado. Igual que el PSOE y UGT. Con un pequeño detalle: Aguirre y Ruiz-Gallardón pertenecen al mismo partido, aunque su vieja rivalidad política hace que a veces no lo parezca.

La excusa esgrimida para justificar este apartamiento del alcalde es que MARIANO RAJOY ya había bendecido el acuerdo con tal de poner fin al penoso espectáculo de Caja Madrid. Desde el PP regional, incluso se dejó caer que la última palabra en el nombramiento del futuro presidente de la entidad la tendría el líder de la oposición. Sin embargo, la versión trasladada a los medios por el entorno de Rajoy es que este no tiene nada que decir al respecto, pues se trata de una decisión que escapa a sus competencias. Aunque formalmente sea así, se trata de una verdad a medias, bien que coherente con la trayectoria seguida por el máximo responsable nacional del PP, que en el conflicto de Caja Madrid siempre se ha lavado las manos.

La tradicional tibieza de Rajoy probablemente explique la cauta reacción de Ruiz-Gallardón tras conocer el acuerdo, sobre el que se limitó a sugerir la conveniencia de que responda a un consenso más amplio.
El alcalde, partidario de mantener el actual statu quo de Caja Madrid y de que MIGUEL BLESA siga en la presidencia, probablemente ha preferido ahora no pujar más fuerte por temor a que le dejen en la estacada.

A fin de cuentas, no sería la primera vez que Rajoy se la jugara: en vísperas de las generales del año pasado, hizo añicos las expectativas de Ruiz Gallardón al dejarlo abruptamente fuera de las listas electorales al Congreso para que Aguirre no se incomodara.

Ahora, estabilidad
El acuerdo propiciado por la Comunidad se explica en razón de mantener "la estabilidad de Caja Madrid", que en la actual crisis "debe ser un objetivo primordial". Ese propósito sólo merecería elogios si no fuera porque la situación por la que atraviesa la cuarta entidad financiera de España trae causa del ansia de Aguirre por ponerla bajo su control. Por ello, el comportamiento de la presidenta recuerda al del pirómano que tiene la desfachatez de presentarse en el lugar del incendio con ínfulas de bombero.

Insuficiente respaldo
Aguirre cuenta, en virtud del acuerdo, con ocho votos en el consejo de Caja Madrid: cuatro de la Comunidad, dos de la federación de banca de CCOO, uno de IU y otro del grupo de impositores independientes. Eso no le basta para salirse con la suya, pues el número total de administradores es de 21 y para nombrar nuevo presidente hacen falta 14 votos (sólo 11 si se trata de una reelección).

Los poderes de Ruiz Gallardón
Los socialistas y CCOO de Madrid, que suman seis vocales, se han manifestado públicamente en contra del acuerdo, por lo que la Comunidad necesita nuevas adhesiones, entre ellas inevitablemente la del Ayuntamiento. Ruiz-Gallardón, con cuatro mandatos, está llamado, pues, a desempeñar un  papel determinante en el desenlace de la batalla; de ahí que cueste entender la actitud que Aguirre tiene hacia él, salvo que Rajoy, de verdad, le guarde las espaldas.

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