Con negritas

El forzado relevo en Sacyr

La revuelta palaciega que ha culminado con el relevo de LUIS DEL RIVERO al frente de Sacyr probablemente no se habría puesto en marcha si las perspectivas electorales fuesen otras. El pacto con la mexicana Pemex, que Del Rivero promovió este verano para imponer un nuevo statu quo en Repsol, era visto con malos ojos por el PP, como desde el primer día advirtió CRISTÓBAL MONTORO. Que un empresario al que se sitúa en la órbita del zapaterismo acrecentara su influencia en la primera petrolera española, apoyándose además en una empresa estatal y extranjera, no resultaba fácil de digerir por la derecha. La operación tampoco gustaba a ALFREDO PÉREZ RUBALCABA, con lo que las posibilidades de que recibiese la bendición del futuro Gobierno eran prácticamente nulas.

Tanto el presidente de Repsol, ANTONIO BRUFAU, como el de la Caixa, ISIDRO FAINÉ, que conserva de facto la condición de socio de referencia de la petrolera pese a que Sacyr tiene un paquete mayor, sabían que el contexto político jugaba a su favor. Pero necesitaban aislar a Del Rivero y para ello han aprovechado las fisuras abiertas en su accionariado, donde DEMETRIO CARCELLER y JUAN ABELLÓ hace tiempo que no estaban cómodos. Su malestar quedó de manifiesto justo antes de la última junta, cuando se enfrentaron con Del Rivero y con otros dos fundadores de Sacyr por el nombramiento de nuevos consejeros.

Brufau y Fainé, sin embargo, eran conscientes de que Carceller y Abelló no podían neutralizar a Del Rivero por sí solos; de ahí su complacencia al comprobar que las cuatro cajas que tienen participaciones mancomunadas en Sacyr también le daban la espalda. Dos de ellas se mostraron especialmente activas para convencer a las demás: Novacaixagalicia y Bankia, esta última presidida por RODRIGO RATO. Arrinconado pero aún con fuerzas, Del Rivero recibió el golpe definitivo de Manuel Manrique, su consejero delegado, que mudó de bando a cambio de la presidencia de Sacyr y corrió luego a rendir pleitesía a Brufau, como si en vez de representar al primer accionista de Repsol fuera un modesto empleado.

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