Punto de Fisión

Democracia con marcha atrás

El parlamento británico está estudiando la posibilidad de repetir el referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. De momento, más de cuatro millones de personas han secundado la propuesta en la página web de la Cámara de los Comunes, aunque de momento se desconoce cuántas de esas personas -docenas de miles, cientos de miles o millones- votaron sí al Brexit o simplemente no fueron a votar. Una de las grandes prerrogativas del sistema democrático es la de repetir las elecciones que han salido mal, es decir, que el pueblo es soberano pero a veces también un poco tonto, como a algunos soberanos que pintaban Velázquez o Goya, que cuando señalaban al frente se les caía la baba.

A los demócratas europeos se nos ha explicado infinidad de veces que no hay que abusar del referéndum, que nunca hay que desperdiciar las urnas en ejercicios frívolos como, por ejemplo, preguntarnos al respetable si no nos gustaría que regalaran nuestro dinero a los bancos. Total, de dinero -sobre todo del nuestro- no tenemos ni puta idea y por eso toman las decisiones por nosotros genios de las finanzas como Guindos o Draghi, que cuentan con la experiencia de haber destrozado entidades financieras gordísimas y aconsejado a países al borde de la quiebra la mejor manera de hundirse en ella hasta las orejas. Para estos detalles sin importancia ya elegimos a nuestros representantes, y cuando salen rana, como sucedió en su día en Italia o en Grecia, vienen los jefazos del Eurogrupo y los cambian.

La democracia con marcha atrás es un consuelo para los ricachos y los grandes poderes, que pueden anular el gol antes de que suba al marcador y repetir el penalty hasta que salga lo que ellos digan. Como es un sistema político relativamente joven, la democracia aún no cuenta con el invento del condón, que anularía las elecciones automáticamente en el momento mismo en que saliera la opción incorrecta. Puesto que se sabe que el pueblo, tomado individuo por individuo, es muy listo, pero en conjunto tiene el cociente intelectual de un austria poco hecho, lo mejor es presentarle las opciones muy claras, para que no le quepan dudas. A los británicos, que son muy cultos, se les ofreció una pregunta tipo Hamlet, to be or not to be, y aun así se liaron. Por eso los estadounidenses han reducido la democracia a dos alternativas básicas (Nixon o Kennedy, Bush u Obama, Trump o Clinton) que al final son la misma. Así no hay peligro de que la caguen. La democracia estadounidense funciona igual que el Partido Comunista en los viejos tiempos de la URSS pero sin comunismo y sin la URSS.

De ahí el pifostio que hay montado en España, desde que en diciembre el personal se amontonó en las urnas, agobiado ante cuatro caballos ganadores, y al final no supo rellenar la quiniela hípica. El bipartidismo salió algo tocado de ese primer encontronazo electoral, pero en la segunda vuelta las aguas han vuelto a su cauce natural. Raro será que el PSOE desaproveche esta oportunidad y no monte un tamayazo de investidura para hacernos el favor de ahorrarse una tercera campaña. Hay que ser serios, elegir bien a la primera y no poner al cocinero en el brete de recalentarnos otra vez el menú.

 

Más Noticias