Punto de Fisión

La metamorfosis de Girauta

Montaje fotográfico, obra de Alejandro Plana en su Twitter
Montaje fotográfico, obra de Alejandro Plana en su Twitter

Cuando Juan Carlos Girauta despertó aquella mañana, después de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en candidato de Vox a las elecciones europeas. Pensó si podía seguir durmiendo un rato, a ver si cambiaba de sueño, pero en realidad no estaba soñando. Los periódicos insistían en que iba de número tres en la lista de Vox, tras Jorge Buxadé y Hermann Tertsch, cuando él había dicho, sólo cinco años atrás, que "Vox es un movimiento populista basado en la rabia, con muy pocas aristas y sin un proyecto para España". En las mismas declaraciones aseguraba que no era fácil definir en qué consiste Vox exactamente, que la formación se basa en una política de sentimientos que él personalmente detesta.

Girauta, igual que el pobre Gregor Samsa, tiene la costumbre de dormir sobre el lado derecho, pero últimamente también come por el lado derecho, bebe por el lado derecho y piensa por el lado derecho. Más a la derecha ya no puede estar, salvo que tire la pared abajo, pero estos hábitos geográficos no obedecen al capricho o al oportunismo, sino a una meditada postura ideológica, una forma de vida semejante a la de esos matojos rodantes que proliferan en el Medio Oeste americano, esas bolas de rastrojos que corren cientos de kilómetros, saltando carreteras y vallas, hasta que se echan raíces en un lugar propicio, antes de desarraigarse y seguir adelante.

En 1986 abandonó el PSC por el PP; después, en 2014, transbordó a Ciudadanos, y diez años después se ha despertado una mañana, después de un sueño agitado, con la candidatura de Vox a las elecciones europeas. En realidad, Girauta apenas se ha movido de su posición inicial: es el país entero el que ha girado hacia la izquierda. Ocurre que, igual que Alicia en el País de la Maravillas, vivimos en una clase rápida de país, un país que no deja de desplazarse hacia el rojerío, y entonces hay que moverse constantemente hacia la derecha sólo para permanecer en el mismo sitio.

Es triste que le acusen a uno de cambiarse de chaqueta cuando es la chaqueta la que empieza a apretar, o de traicionar sus principios cuando sus principios siempre han sido inamovibles: fluir como el curso de un río, seguir el consejo de Heráclito y no bañarse nunca dos veces en el mismo partido político. "Be water, my friend" decía Bruce Lee, aunque Girauta va tres pueblos más allá y se transforma en aceite. A Charlton Heston le ocurrió algo similar cuando le echaron en cara que, tras encabezar el Movimiento por los derechos civiles y manifestar sus simpatías por el Partido Demócrata, hubiese acabado presidiendo la Asociación Nacional del Rifle. "No he cambiado yo" sentenció Heston. "El que ha cambiado es el Partido Demócrata".

El Vox aquel de 2019, del que Girauta echaba pestes, tiene muy poco que ver con el Vox de 2024: no hay más que fijarse en que acaban de ficharlo. En 2020 prometía que él jamás iría a Vox y, efectivamente, cuatro años después ha sido Vox el que, impulsado por la deriva continental, ha ido hacia Girauta. "Nosotros, los de entonces, ya no somos mismos" escribía Neruda, mientras Antonio Machado cantaba: "Todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar". Por algo Machado es el poeta favorito de Girauta, hasta el punto de que una vez confesó que ha visitado su tumba en Colliure más de doscientas veces: unas cincuenta de socialista, ciento y pico con el PP y el resto de Ciudadanos, sin que a Machado se le ocurriera moverse. Chúpate esa, Franz Kafka.

Más Noticias