De cara

Mourinho es Florentino

Florentino convirtió ayer el discurso y los modales de Mourinho en el discurso y los modales del club. Ya no caben matices. En realidad, se intuía: si Florentino callaba es que asentía. Pero ahora ha oficializado en voz alta esa complicidad. Ante la representación de los teóricos dueños del Madrid, que mayoritariamente le corearon, el presidente convirtió al portugués en el mesías y su teoría de la conspiración en un pensamiento institucional.

Si el Madrid no ganó la Liga de Campeones fue porque no le dejaron ni la UEFA ni los árbitros. Si la gente murmura por al aire arrabalero del club es por culpa de cierto sector de la prensa, por supuesto interesado. No usó Florentino el término pseudomadridismo, pero ahondó en que el madridismo puro es este que protesta y agita, que ve enemigos y no adversarios, que se pliega al incendiario ideario de Mou.

Y explicó Pérez que denunciar al que se tira y cargar contra el árbitro opresor es una defensa del club no un abandono del señorío. Que el tal Bernabéu nunca pregonó nada sobre las formas y la deportividad. Y que de qué cantera le hablan, si el Madrid se hizo grande por Di Stéfano. Que durante los últimos cien años la entidad confundió el camino, pero que llegó Mourinho y les abrió los ojos.

Quizás Florentino apoyó ayer al técnico como un simple trámite burocrático, un respaldo al empleado mientras dure la relación contractual. O a lo mejor actuó influido por esas encuestas que exhibe y le cuentan que el aficionado de calle está al 95% con el luso. O incluso tal vez se lanzó en su defensa convencido de que el técnico acierta en el fin y en el cómo. Lo cierto es que se ha encadenado a su entrenador. Ha vinculado su destino al suyo. Si finalmente no prospera la revolución ética y moral que el luso trata de imponer en el Madrid, deberán irse juntos. El presidente ya no podrá desmarcarse. Florentino hizo ayer oficial que Mourinho es él.

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