De cara

El contragolpe perfecto

Si los jugadores del Ajax fueran un cordón de zapato, el nudo en el que les enredó el delicioso primer tanto del Madrid, no lo desata ni la más habilidosa de las madres. Andaban por entonces los blancos metidos en un partido incómodo, con la pelota en los pies del rival y Casillas apagando dos incendios de los que sin él acostumbran a concluir en tragedia. Y de pronto, minuto 25, el equipo se activó y dibujó una jugada maravillosa. Una aventura fulgurante de ocho intervenciones, con los últimos seis toques a la primera, que llevaron limpiamente y en 15 segundos la pelota desde el área propia hasta la red contraria. Posiblemente, el contragolpe perfecto: Ramos, Özil, Cristiano, Kaka, Cristiano, Özil, Benzema y otra vez Cristiano. Cuando se encendió el frente de ataque, eran cuatro contra siete. Pero dio igual, el abanico de diagonales y cambios de dirección que improvisaron, complicados de seguir incluso con la vista, no tenían respuesta posible. Gol o gol.

Una acción inolvidable que demostró que Cristiano es más letal cuando suelta de primera y corre que cuando chupa. Y que aireó la virtud más evidente como grupo de este Madrid: el contragolpe. No hay un equipo capaz de hacer más daño a la contra. Y es ahí donde le llega el gran dilema: la suerte que mejor domina es la que peor digiere su escudo. Por ADN no puede imponerla como fórmula de juego. Sólo como mejor recurso.

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